—Vamos Andra... decide. No es tan complicado, una vida por una vida. Los errores tienen consecuencias y tú lo sabes.
—¡NO LO HAGAS ANDRA!
—Papá...
—Hazlo...
—Andra no lo hagas, no te lo perdonaré. ¡Joder No!
—Hazlo... Solo así tendrás salvación.
—No.
—Hazlo... Hazlo... ¡Hazlo!
—¡Andra!
¡No! No quería hacerlo.
Di un salto en la cama casi cayéndome de ella. Mi corazón tan acelerado y mis mejillas mojadas, otra maldita pesadilla. Como odiaba dormir por esta misma razón. Cerrar los ojos y recordar una y mil veces lo que sin querer y en contra de mi voluntad había tenido que sacrificar.
El ruido de la lluvia estaba en toda la habitación, zumbaba en mis oídos como si fueran centenares de bombas estallando en un campo minado, hago un puño con mi mano derecha y soplo por entre el espacio que queda en los dedos. Esto me lo había enseñado la psicóloga para poder desviar la atención cuando sintiera que estaba a punto de tener un ataque de pánico.
Aunque últimamente ya no sentía que funcionara tan bien como en el principio, veo el despertador en la mesa de noche y apenas eran las tres de la mañana.
Jodidos demonios ¿Que quieren de mí? ¿Cuándo pararan con el castigo? Lo Jodi ¡Lo se! Solo dejen de atormentarme, dejen de querer llevarme con ustedes a la oscuridad.
No quiero volverme loca.
El frío de la madrugada junto con la lluvia medianamente fuerte, hacía que las ventanas de mi cuarto se empañaran. Antes me gustaba la lluvia, pero después solo la sentía como si fueran susurros de almas que caían del cielo.
Salgo de mi habitación, la casa era grande así que nadie escucharía mis pasos. Me puse la sudadera corinta que me había obsequiado uno de mis amigos para mí cumpleaños hace un tiempo.
La lluvia me hizo despertar de una vez por todas cuando mi frágil cuerpo se encuentra bajo ella. Me abraza como si me estuviera esperando desde hace mucho, permanezco bajo las gotas de agua hasta que calmo mi acelerado corazón y enfrió mi piel.
Camino por las calles vacías, inertes. Era un desierto de edificios, solo las luces del alumbrado eléctrico se reflejaban en mi rostro. Uno que otro auto pasan a mi costado, apresurados por llegar a su destino.
Esta maldita tranquilidad me estaba agobiando, necesitaba que lo que yo sentía por dentro se viera reflejado en el exterior, que saliera de mí.
Empecé a correr como loca, calle por calle, no sabía a dónde iba. Pero yo solo quería llegar al final de este camino lleno de mierda y dolor. Encontrar la paz en lo más alto, donde nadie pudiera alcanzarme una vez más.
Corrí en dirección recta. Sin detenerme, sin ver para los lados y sobre todo sin ver hacia atrás, estaba vez no quería ver lo que estaba dejando atrás, solo quería llegar a esa luz que podía ver frente a mí.
Esa luz que me llamaba, clamando mi nombre en medio del camino. Corrí tan rápido con los ojos empapados de lágrimas y gotas de lluvia, terminé chocando de frente con algo que me mandó al suelo. Las gotas de lluvia golpearon mi rostro con rudeza. Pude ver el cielo oscuro y mojado, como si estuviera en medio de su propia guerra.
El cielo estaba enfadado. Eso era un hecho.
Como yo conmigo misma.
Las gotas de agua dejaron de darme en la cara. Porque algo me estaba tapando, pude ver un mechón rubio mojado asomarse por la capucha de un abrigo, era como ver un pequeño rayo de luz en medio de un cielo envuelto en oscuridad.
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Ateos (Libro 2: Trilogía To Lovers)
RomanceAndra, una joven de 18 años, carga con el peso de la culpa por la trágica muerte de su padre. Solo su familia conoce el secreto que ella guarda y el pasado que la atormenta. Su vida da un giro inesperado cuando Aron Wolf, un enigmático hombre de Ale...