OO1.

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Nota: Está historia fue escrita hace más de un año, no quiero editarla, no hay un gran motivo de porqué no hacerlo. Me gusta conservarla tal y como la primera vez que la publique. Espero les guste.

(♡)

YoonGi, ¿un gatito mimado?... Sí, sin dudas podría serlo, no obstante, era mejor no mencionarlo, o eso arruinaría su gatuno ego.

Meneaba su cola, un vaivén de un lado al otro. Sus orejas estaban siendo acicaladas por su pata delantera con algo se pereza. Pereza que seguía ahí aún después de escuchar el tazón de su comida siendo dejado en el suelo.

Comenzó a maullar, y después de un momento llegó a la que él le gustaba llamar su dueña.

La muchacha llego segundos después tomando al minino entre sus brazos. Empezó a dejarle pequeñas caricias en su cabeza y cuello, dejándolo justo frente a su tazón de comida.

—¿El pequeño Yoon tiene hambre? —jugó la muchacha con la tonalidad de su voz, dirigiéndose al animal como si de un niño pequeño se tratase.

El gato maulló con mucho disgusto, sintiéndose ofendido puesto que él ya era un gato mayor. Sin embargo, y, por razones claramente obvias, la mujer no comprendió mirándolo con total aburrimiento.

YoonGi comió un poco de su comida, sintiendo su garganta áspera por lo seco que se encontraba su alimento y volteó su mirada al tazón de agua, completamente vació.

—¡Quiero agua, mujer! —maulló quejándose, repetidas veces.

Y aunque Lea, su linda dueña, lo llegara a adorar en demasía hasta el punto de desear cumplirle todos los caprichos a su pequeño minino; el gato blanco solo sonaba irritante para lo agotada que se encontraba.

—Buenas noches, YoonGi —emitió con dulzura la peli-negra, yéndose a su habitación al estar lo suficientemente cansada como para no intentar, o siquiera querer entenderle a su deshidratado gato.

El minino maulló resignado, lamiendo sus patas y se recostó en el sofá de junto haciendo círculos hasta encontrarse cómodo. Aún seguía con sed, no obstante, no sería el típico gato que tomaría agua del escusado ¡Iugh, no, que asco! Él era más refinado.

Comprendía a su dueña, la pobre duraba despierta hasta altas horas de la noche solo estudiando, a veces también llegando tarde a casa debido a su trabajo. El minino no sabía que era, pero, la zona oscura debajo de los ojos de su dueña lo frenaban a seguirle molestando.

Poco a poco YoonGi iba cayendo ante lo pesado que sentía sus parpados, preparándose para ser deleitado por el confort de un buen sueño.

—Miauu~

Empezando a regular su respiración a una más pausada y lenta.

—¡Miauu!

Envolviendo su cuerpo tal cual ovillo de lana la cual, a veces solía usar para jugar por las tardes cuando se encontraba solo.

—¡Miau! Miau~

Y…

—¡Esta bien, mierda! —emitió resignado.

Levantó su blanquecino cuerpo del acogedor sitio donde se hallaba acostado, estirando sus patas al clavar sin ninguna pizca de delicadeza sus afiladas garras en el nuevo mueble de su dueña.

Gato Gruñón © YoonSeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora