OO4.

1.7K 293 14
                                    

El gatito blanco ronroneaba a gusto mientras descansaba plácidamente en su acogedora cama, sintiendo en medio de su sueño, como una bolita de dudosa procedencia se metía en la misma, con seguridad, para molestarlo. Abrió con desgano uno de sus pequeños ojitos, estirando luego ambos como platos al sentir como el aire de sus pequeños pulmones se escapaba.

—¡YoonYoon, ya despierta! —saltó HoSeok sobre la cama, llegando a aplastar sin ninguna suavidad al minino— ¡Quiero jugar! —chillo histérico.

YoonGi se levantó mirándolo con plena irritación, bajando al suelo y salió del comedor lejos de la vista del otro animal, echándose en el sillón.

—Porfa ~ —suplicó el naranjo.

Y aun después de tres meses de convivencia con el otro minino, YoonGi no había aprendido la lección de que el menor podía llegar a ser uno de esos gatos energéticos he intenso.

Según Yoon, un gato notable y disciplinados solo tenía la necesidad de llevar a cabo tres cosas: comer, dormir y engordar, para recibir más mimos y demás. No obstante, HoSeok no respetaba ninguna de esas normas, despertándolo desde temprano todos los benditos días solo para jugar.

¡Y claro! El naranjo también conocía que no tenía que rogar, aprovechando sus largos bigotes moviéndolos mientras ladeaba su cabecita con felicidad, para así mejor que con un chasquido, aunque no podía hacerlo puesto que era un minino, tuviera a YoonGi ante sus felpudas patas aceptándole.

Al igual que ahora, mientras jugaban con un ovillo de lana, para luego jugar juntos en la grande y misteriosa caja.

—YoonYoon —maulló llamándolo, algo ya agotado.

El blanquecino se giró mirándolo, controlando su agitada respiración por el cansancio. Nunca se ejercitaba y ahora con el naranjo todos los días tenía que moverse de alguna forma diferente.

—¿Qué? —dijo desganado.

—Me dio hambre —comentó el naranjo quejándose.

El blanquecino contuvo las inmensas ganas de contestar con sarcasmo o de forma grosera, mas tuvo presente que el mino frente a él era más delicado, así que mordió su lengua.

—Busca en la repisa, allí deja la comida cuando se le olvida. —contestó, regresando su atención al reburujón de lana.

Oh, pero también, recordando el pequeño detalle de que el menor no contaba con garras. Siendo imposible subir a donde le decía a no ser que escalasen la gruesa cortina.

HoSeok lo miró, haciendo unos ojitos parecidos a los del gato con botas, le había servido de algo prestarle atención a la película.

—Me vas a obligar a subir, ¿verdad?

Y aunque el blanquecino hubiese preguntado, ya sus patas se hallaban sobre el lugar mencionado. Buscó con su gatuna mirada la taza, arrastrando de ella con su cabeza y patas hasta llevarla al borde del mesón, empujando de ella con su naricita de botón color crema.

Se bajó de un brinco, aterrizando a un lado del alimento y sintió como un áspero lamido fue dejado en su mejilla.

—¡Gracias! —le maulló HoSeok con tal felicidad, meciendo su cabeza y bigotes.

Fue hasta la comida, comenzando a masticar.

El blanquecino se detuvo un rato para observarlo, notando la molestia en su pancita la cual ya se había acostumbrado a tener, y bostezó cansado subiéndose al sillón, acurrucándose en un intento de olvidar la desesperante sensación dentro de él.

Intentando, claramente sin lograrlo. Puesto que su naranjo amigo después de comer lo notó ronroneando, sintiéndose el cansado al haber comido recién, fue directo hasta él, haciéndose un espacio y se acurruco junto a su gatuno mayor, cerrando sus ojitos hasta caer en los brazos de Morfeo, sin darse cuenta de las náuseas del minino a su lado al sentir tantas cosas mezcladas en su estómago.

Gato Gruñón © YoonSeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora