XV

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Annabeth Chase

—Quiero dibujarte —digo antes de que pueda detenerme.

—¿Qué? —dice, sacudiendo la cabeza con firmeza—. No.

—¿Por qué no? —pregunto—. Eres atractivo.

Eso último se me escapó. Él me mira sorprendido y, a menos que me lo imagine, solo un poco avergonzado.

—Gracias, pero ni por el mismo estigio.

Me encojo de hombros y empiezo a caminar hacia la puerta.

—Supongo que no tenemos un trato.

—¿No puedes practicar un poco de disciplina? ¿Adherirte a tu régimen? ¿Ni siquiera para salvar tu propia vida?

Me detengo en seco, mirándolo. Él no lo entiende.

—Nada va a salvar mi vida, Percy Jackson. O la tuya. —Sigo andando por el pasillo, gritando por encima de mi hombro—: Todos en este mundo respiran aire prestado.

Empujo la puerta para abrirla y estoy a punto de irme cuando su voz suena detrás de mí.

—¡Aghh! ¡Esta bien, listilla! ¡Lo tengo!

Me doy vuelta, sorprendida, la puerta se cierra con un clic.

—Pero nada de desnudos, podría ser mucho para ti—añade. Se ha quitado la mascarilla y puedo ver sus labios contraerse en una sonrisa. La primera que me ha dado. 

Él está haciendo una broma.

Percy Jackson está haciéndome una broma.

Me río, sacudiendo la cabeza.

—Ah, debería haber sabido que encontrarías una forma de quitarle toda la diversión.

—No voy a posar durante horas y horas —dice, mirando al bebé prematuro, con la cara repentinamente seria—. Y tu régimen. Lo hacemos a mi manera.

—Trato —le digo, sabiendo que hacerlo a su manera quiere decir que será  peor que un grano en la frente—. Yo diría que lo sacudiéramos, pero...

—Divertido —dice, mirándome y luego asintiendo hacia la puerta—. Lo primero que tienes que hacer es conseguir un carrito de medicina en tu habitación.

Hago un saludo militar.

—En eso. Carro médico en mi habitación.

Empujo la puerta para abrirla, dándole una gran sonrisa que me dura hasta el ascensor. Sacando mi teléfono, le envío un mensaje de texto rápido a Thalia. 


"Entiende esto, Thalia: una tregua con ese chico de la que te hablé."


Ella ha estado disfrutando mucho de las historias que le he contado sobre él. Lloró de tanto reírse ante el incidente de la alarma de la puerta ayer.

Mi teléfono vibra con su respuesta cuando el ascensor se detiene lentamente en el tercer piso: 


"Debe ser porque eres guapísima. Claramente no será por tu encantadora personalidad."

Me guardo el teléfono en el bolsillo y miro a la vuelta de la esquina para comprobar que el puesto de enfermeras todavía estaba vacío antes de salir del ascensor. Salto cuando un fuerte estruendo resuena desde una puerta abierta.

—Ay. Mierda —dice una voz desde dentro.

Asomo la vista para ver al tío de cabello oscuro que llevaba un par de pijamas de franela.Un pantalón y una camiseta de Food Network. Está sentado en el suelo junto a un monopatín volcado, frotándose el codo, claramente después de la aniquilación.

Before You GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora