XVIII

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Annabeth Chase

Sombreo con cuidado el cabello de Will, inclinándome hacia atrás para mirar el dibujo que hice de él sonriendo macabramente. Mientras asiento con satisfacción, mi teléfono comienza a vibrar ruidosamente en mi escritorio, haciendo que los lápices de colores bailen. 


Es Percy. En FaceTime.

Sorprendida, me acerco para pausar la canción de Pink Floyd en mi computadora, deslizando a la derecha para contestar la llamada.

—¡Maldición, lo sabía! —dice mientras sus grandes ojos se ponen a la vista—. ¿Dónde está tu AffloVest? Se suponía que no debías quitártelo durante otros quince minutos. ¿Y tomaste tu Creon? Apuesto a que es un no.

Falsifico una voz automatizada.

—Lo sentimos, ha llamado a un número que ya no se encuentra en servicio. Si siente que ha llegado a esta grabación por error...

—No se puede confiar en ti —dice él, cortando mi impresión de asesino—. Así que, así es cómo va a funcionar esto. Haremos nuestros tratamientos juntos, así sabré que realmente los estás haciendo.

Meto el lápiz que estaba usando detrás de mi oreja, dándomelas de genial.—Siempre buscando maneras de pasar más tiempo conmigo, sesos de alga.

Él cuelga, pero por un segundo juro que lo vi sonreír. Interesante.


Nos quedamos en Skype durante la mayor parte de los próximos dos días y, sorprendentemente, no son solo órdenes y regaños. Él me muestra su técnica para tomar pastillas con pudín de chocolate. Lo cual es jodidamente genial. Y delicioso. Inhalamos en nuestros nebulizadores, hacemos el goteo intravenoso y marcamos tratamientos y medicamentos juntos en su aplicación. Pero Percy  tenía razón hace unos días. Por alguna razón, hacer mis tratamientos lo está ayudando a relajarse. Gradualmente, se está volviendo cada vez menos tenso.

Y, no mentiré, incluso después de dos días, es mucho más fácil levantarse por la mañana. Estoy seguro de respiro mejor.

En la tarde del segundo día, comienzo a ponerme mi AffloVest, saltando de sorpresa cuando Will aparece por la puerta, listo para la habitual pelea de las cuatro en punto que tenemos al respecto. Él siempre gana la pelea para seguir adelante después de amenazar con confinarme en una sala aislada, pero eso no me impide intentar no usarlo.

Cierro mi computadora portátil, terminando abruptamente mi llamada de Skype con Percy mientras Will Solace y yo nos miramos fijamente en un clásico enfrentamiento del Viejo Oeste. Él me mira desde el AffloVest, el acero en su cara se desvanece en una expresión de asombro.

—No creo lo que ven mis ojos. Te estás poniendo tu AffloVest.

Me encojo de hombros como si no fuera gran cosa, mirando el compresor para verificar que todo esté bien conectado. Me parece bien, pero definitivamente ha pasado un tiempo desde la última vez que lo hice yo mismo.

—Son las cuatro en punto, ¿no?

Él pone los ojos en blanco y me clava una mirada.

—Déjalo encendido todo el tiempo —dice antes de deslizarse por la puerta.

La puerta está apenas cerrada antes de que abra mi computadora portátil, llamando a Percy por Skype mientras me tumbo boca abajo en mi cama, con una bandeja rosa en la mano para eliminar el moco.

—Oye, lamento eso. Will... —empiezo a decir cuando contesta, mi voz se apaga cuando noto la expresión molesta y triste a la ves mientras mira su teléfono—. ¿Estás bien?

Before You GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora