Capítulo 4: ¿Qué era lo que sucedía? (2)

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Aotsuki comenzaba a pensar que hubiera sido preferible no haber mencionada ni sabido nada de la situación por la que estaba pasando sin darse cuenta, y se hubiese salvado de presenciar un muy largo e incómodo regaño hacia la mujer mayor por haberla apartado de sus responsabilidades.

Esa mujer, Sayoko, por lo que se había enterado llevaba ya mucho tiempo allí en el culto. Su experiencia era clara a cada pequeña acción que hacía, como hablaba y se movía, Sayoko entendía tan bien como funcionaba ese lugar que no era de extrañarse que la dejara a cargo de instruir a todas las nuevas chicas que llegaban al lugar. A pesar de que sin fin de señoritas pasaban entre sus manos y muchas tenían tareas similares a las de ella (o las de Aotsuki) jamás tuvo un comportamiento similar al de ahora, posiblemente porque de igual manera Douma jamás había demostrado un poco de mayor interese en una chica nueva tal y como lo tenía por Aotsuki.

Aunque fue un mero instante, cuando él sólo le pidió quedarse unos segundos más en su habitación, fue suficiente para desatar una alarma de peligro en esa mujer que pensó estúpidamente que sus esfuerzos serían en vano por una cara bonita. Si no había dejado pasar a ninguna otra chica, mucho menos a Aotsuki. Para desgracia de la mujer sus acciones sólo causaron su propio hundimiento sin que nadie ajeno metiera las manos.

—Vas a seguir con las mismas tareas para educar a las nuevas chicas, pero ya no vas a atenderme —las palabras de Douma fueron como un puñal atravesando sin mínima consideración—. Ella tomará tu lugar en ese aspecto.

—Sí, amo Douma.

—Asigna una nueva chica en los horarios de Aotsuki-Chan y desocupa tu habitación, ella necesita estar cerca cada vez que yo la llame. Tú puedes escoger cualquiera de las habitaciones de las otras plantas... Hazlo ahora mismo.

—S-Sí, amo Douma...

La conversación dio por finalizada haciendo que la mujer saliera de la habitación sin poder quejarse de algo, tragando su enojo reflejado en como apretaba sus manos y sus uñas se enterraban sobre la palma, dañandola. Lo único que quedaba más que claro en la conversación era que estaba advertida a su conducta y que, posiblemente no tendría una segunda oportunidad.

Nuevamente todo quedó bastante silencioso e incluso más incómodo que antes. Gracias a esto Aotsuki con la mayor normalidad que pudo comenzó a levantarse del cojín esperando aprobación por parte del chico.

—Me retiro a mi habitación, amo Douma.

—Mejor guarda tus cosas y regresa aquí, creí que habías escuchado que ya no estarás con las demás.

—Mis disculpas —respondió, haciendo una reverencia—. Las traeré en seguida.

Dicho aquello se marchó de la habitación. Por un segundo estuvo a punto de replicar algo como que no esperaba que el cambio fuera tan rápido y repentino o que preferiría hacerlo a la mañana y darle tiempo a Sayoko de desocupar, sin embargo, recordaba esas veces donde alguna chica nueva (en la casa donde vivió) reclamaba algo similar y terminaba reprendida de una manera no muy buena. Aotsuki no sabía que tan estricto podía ser el chico (de momento se había comportado de manera tranquila) así que preferiría no arriesgarse y simplemente obedecer.

Se apresuró a llegar a su habitación cerciorándose de no hacer mucho ruido al caminar tan deprisa y llegar a despertar a alguien creyendo que algo malo estaba sucediendo. Afortunadamente llegó a su (ex) habitación sin ningún problema.

Tanto Hayami como Nozomi ya se encontraban dormidas. Aotsuki sentía que ni siquiera les había importado que ella no estuviera, y si le pasó eso con las mujeres con las que vivió años, ¿Qué podia esperar de un par de chichas que apenas conocía desde hace dos semanas? Pasó a pies de sus futones con cuidado para poder llegar a tomar su maleta, la abrió y con cuidado empezó a vaciar el cajón que le habían asignado para sus cosas, que contenía tan pocas cosas que en menos de dos minutos ya estaba todo en su interior.

La Pasión de ser Devorado (Douma) ||KnY|| [04]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora