1. La más inocente

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Era el primer día de clases. Mis compañeros y yo entramos en un aula con un pequeño cartel plástico que indicaba "4to año".

Me senté junto a mi amiga Peyton, una chica alta de cabello castaño y ojos café claro, que era mi mejor amiga desde cuarto grado. Nunca me separé de ella porque mi baja autoestima me exigía sentirme protegida y complementada con alguien.

La profesora entró y todos se callaron al instante. Se presentó como la profesora de Construcción de la Ciudadanía, e inmediatamente nos advirtió que a partir de ese día nos organizaríamos en pequeños grupos para trabajar, ya que esta materia requería evaluar el trabajo en equipo para obtener determinada calificación.

No pasaron treinta segundos desde que la mujer terminó de explicar, hasta que miré a Peyton y comprobé que estaríamos juntas en el grupo. El problema surgió porque todos los grupos tenían más de tres integrantes, a excepción del nuestro.

Cuando nos dimos cuenta, todos habían hecho silencio y la profesora llamó a una chica al frente y comenzó a mirar a la clase moviendo la cabeza de lado a lado, mientras sostenía a la chica de los hombros, que parecía un poco avergonzada. Luego notó que Peyton y yo éramos la única opción para ubicar a la alumna, y tuvo que acceder.

-Ustedes- dijo señalándonos - ¿podrían incluir a ella en su grupo?

-Claro- dije, al ver que Peyton no respondía- no habría problema.

-Perfecto- respondió la profesora - entonces comencemos con los temas...

Luna. Ese era su nombre. Era de contextura pequeña, su uniforme le quedaba bastante holgado, tenía unos ojos exageradamente grandes color café, una diminuta nariz y piel pálida llena de pecas.

La conocía desde hace tiempo, pero nunca nos habíamos dirigido la palabra. Peyton, por su lado, no llevaba muy buena relación con ella por alguna razón que nunca entenderé, y sabía que tendría que tragarme un buen rato de quejas durante el recreo.

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