6. Luna, Lunares, Lunes

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Era lunes por la mañana. Desperté, y la luz del sol me sobresaltó. Era invierno y acostumbraba levantarme antes del amanecer. Miré la hora en mi celular: "09:12 am". Bajé las escaleras corriendo, con mi pijama largo puesto. Al llegar abajo hice, inconscientemente, un gesto frunciendo el ceño y entrecerrando los ojos. Mis padres estaban desayunando. Al verme soltaron una risa y se quedaron observándome.

No pude entender si habíamos renunciado a todo, si nos tomaríamos el día o qué. Mi alarma no había sonado tampoco.

-¿Qué pasó con la escuela?- pregunté.

Mi padre me miró con un una sonrisa compasiva y graciosa a la vez, y agregó -Es feriado Lucy.-

-¿Y por qué no sonó mi alarma?- pregunté, aún con la cara casi sin movimiento y los labios relajados.

-Yo la desactivé por ti- respondió mi madre, en tono tranquilizador.

Hice un gesto de ternura sarcásticamente, haciendo reír a mis padres y subí a mi habitación de nuevo.
Mi hermano Charlie aún dormía y todo estaba tranquilo. Decidí tomar un baño para despertarme y luego desayuné una taza de leche y unas tostadas con manteca y miel. Al finalizar con todo, me senté en el sillón de la sala. Pero eran a penas las diez y cuarto de la mañana, y no tenía nada que hacer, ni si quiera para el colegio.

Tomé mi móvil. No tenía notificaciones en absoluto. Entonces envié un mensaje a una conversación grupal con mis cinco amigas (Luna, Julie, Trixie, Íngrid y Maggie)

-Holaa, qué planes hay para hoy?-
Nadie respondió. Mi reacción fue automática e inconsciente: llamar a Luna.

-Luna- dije al escuchar una interrupción del sonido de la llamada -no me mates.-
Supuse que estaría durmiendo, o recién despertando.
-Lucy- dijo somnolienta

-¿Qué haces?- le pregunté.

-Desayunaba- dijo. Imaginé a Luna en pijamas, con la cara inexpresiva, desayunando lentamente su taza de leche, sin acompañarla con nada. Me causó una sensación extraña, parecida a la ternura y a la maternidad -¿ya desayunaste? Ven a pasar el rato- agregó.

-Bien- respondí - ya voy- dije, y finalicé la llamada.

   Les dije a mis padres que iba a visitar a Luna, y que llevaba mi teléfono. Salí de la casa con mis llaves y caminé rápido, ya que hacía frío y no llevaba abrigo.

   Llegué a la casa de Luna y toqué la puerta. Salió mi amiga, más pálida de lo normal, y me invitó a pasar.

   Entramos, y al instante recordé que había soñado la noche anterior. También Luna estaba pálida en el sueño, y parecía algo triste.

    Luego, decidí comparar el sueño, y observé un comportamiento un tanto extraño en ella. Tenía la cabeza gacha casi todo el tiempo y no me miraba a los ojos. A penas respondía a mis preguntas que trataban de animar la conversación, y que nunca lo lograron.

Más tarde, le pregunté varias veces si se sentía bien, si tenía algo que decir, o si algo le pasaba, pero contestó que todo estaba bien y normal, que no me preocupe. Me fue imposible. Traté de animarla por un rato, pero me rendí después de una hora y me fui.

   Una vez en mi casa, entré a mi habitación y cerré la puerta. Llamé a Trixie, y le pregunté si sabía algo de Luna, o por lo menos de su banda favorita. Ella es la más adecuada para compartir sus sentimientos de fan. Me preocupé cuando respondió que todo estaba normal con nuestra amiga, pero que me avisaría apenas se enterara de algo. Luego llamé a Julie. Le dije que vi muy rara a Luna, y le pregunté si sabía algo sobre su familia, ya que tienen un familiar en común y ella podría saber. Aclaró que el primo de Luna, un chico de dieciocho años se mudó a un departamento en la universidad, pero eso era todo. Le agradecí de todas formas y corté.

   Pensé en la opción de que el primo de Luna hubiera causado este comportamiento, pero me pareció algo inoportuno ya que no tienen una relación demasiado importante.

   Recurrí a mi siguiente amiga. Íngrid no solía usar mucho su móvil, por lo que no valió la pena una llamada, así que tuve que visitarla. Su casa quedaba bastante lejos de la mía, así que fui en bicicleta. Cuando llegué al lugar toqué timbre. Mi amiga abrió la puerta, con sus sorprendentes ojos verde claro, cabello color chocolate y rasgos hindúes, que reflejan su particular simpatía y amabilidad. Desplegó una sonrisa al verme, me saludó de muy buen ánimo, y me invitó a pasar. Para mi suerte, Maggie estaba allí.

-Entonces, ¿saben qué puede pasarle a Luna? La encontré muy rara esta mañana.- comenté después de un rato de charla.
   Íngrid me dijo que la última vez que habló con ella fue en la escuela, y que estaba un poco desanimada, pero me calmó diciéndome que simplemente podría estar de mal humor por un mal día.

   Maggie ni siquiera notó de qué hablábamos, y al final comentó que más que seguro, mañana se le pasaría lo que fuera que le hubiera visto de raro.

Cuenta conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora