Capítulo 17.

28 8 42
                                    

Puedo escuchar las sirenas, pero no puedo alejarme.

Camino pisando con fuerza, tratando de dejar atrás lo que sé que me perseguirá a donde sea que vaya, no importa cuánto pretendiera correr en esta ocasión, se trataba de una lucha incongruente sobre el tiempo, desesperante y asfixiante de la cual no tenía certeza, no tenía ventaja de nada, nadie la tenía ahora estábamos envueltos en ello, pienso en las letras verdes del cielo, en los ojos de Leonard y en las palabras de mi madre, todo hace un eco, todo es un rumor en la brisa presente en el campo de nardos, la hierva verde la cual amenaza con cubrirme los tobillos, las flores blancas crecen alto en un solo tallo, no hay árboles cerca y yo percibo el dolor acribillante en el pecho junto a la poca capacidad que tengo para llorar, es como si una gran verdad me ha sido entregada, quizá siempre estuvo ahí, justo delante de mí, pero ¿cómo iba a saberlo?, trato de enfocar la mirada cuando la cubierta verduzca se aplasta bajo mis zapatos, sin embargo, mi mente vuela hacia las palabras de Astrae "─Algo como "una mortal transformada a semidiosa" ¡Qué suerte, Kassandra, querida! A pesar de que mi madre dijo algo singular ese mismo día sobre una luz que se apagó en su sensor del amor, no lo sé en realidad."

Sensor de amor pienso, la luz que se apagó en su campo de percepción cercano a la redonda, todo por la idea de su amiga, esa luz había sido la de mi madre pues no existe un momento en mi vida que la recuerde repleta de calidad maternal, era solo distante, superficial, hiriente, intolerable y letal. Habría preferido morir de saberlo. Quiero reírme de lo que estoy sintiendo, como si la burla puede mitigar el sufrimiento, tal vez si lo intentaba...

─ ¡Kassandra! ─la forma en cómo es pronunciado mi nombre por ella me remueve el interior, me pregunto cómo es posible, o si tan siquiera eso es posible luego de haber huido de ese lugar lleno revelaciones que me partieron en trozos irreparables. El sentimiento trajo consigo la estrofa de una canción "los buenos parecen romperse" ─Sé que tú y yo no tenemos nada en común, pero, yo soy la mejor hablando. De nada habría servido que Leonard viniese en tu búsqueda. Él es tan terriblemente malo hablando que no hubiera sabido que más hacer una vez presente, se atasca siempre, parece que es su mayor habilidad ─se ríe un poco, hemos atravesado el asfalto, estamos en el campo, pisamos el pasto, apartamos nardos fallando en el intento pues hay de estos por todo el área, algunos son más altos rozando la mitad de nuestros muslos cubiertos por jean, la otra gran mayoría es bajo rozando las pantorrillas, la chica de cabello bicolor acaricia los pétalos que llegan a sus dedos blancos y prosigue ─Pero no es su culpa.

››Él no sabe como expresarse patológicamente, lo obligaron a ser una persona así. Nunca tuvo a nadie ─y a pesar de todo y sin importar nada, percibo el pesar en su voz, la genuina pesadumbre ─Nunca tuvo a nadie aunque no lo admite, él jamás admitirá nada sin importar cuánto dolor le esté causando, o que tan necesitado esté, hasta que yo llegué e inicié a hablar sin parar, sin tener en consideración su nula capacidad para seguir el hilo de mis ocurrencias ─las manos que estaban al costado, ahora están a la espalda, continuamos andando como si el campo se alargará por la eternidad, para siempre, solo seguir y seguir ─No lo culpo, nunca lo hice ─prosigue ─Hace su mejor esfuerzo y es un excelente Guardián, se empeña y no se rinde con facilidad, a veces me pregunto si él conoce ese término ─y es la manera en como se ríe que ocasiona una pequeña mueca en mí, un gesto envuelto como un dulce: el sonido de la risa.

››Y sé que no confías en él ─y yo sabía porqué la habían enviado a ella, sin importar qué, Alessia sería un desastre cortante tratando de reñirme para que detuviera mis impulsos, o quizá tendría la ocurrencia de comprar mi felicidad, de repente el solo pensamiento hizo que me doliera el pecho, respirar dolía, todo en mi entorno dolía incluso si esa no era la intención de ellos, Ethan no diría nada, no tenía por qué también, Leonard tal vez se callaría, o, acabaría reprendiéndome con severidad, no obstante, Arcane de Seven fluía como el agua, era un riachuelo, tal vez ella después de todo era ese complemento para los silenciosos patológicos, para quienes no saben expresar el malestar, ella tenía las palabras necesarias y conseguir ponerse en los zapatos del enfermo ─No te culpo a ti tampoco. Te conocí gracias a él, llevo persiguiendo a Leuterio unas cuantas décadas, para que él me aceptará tomó varios años y para que dejara de insistir y dejarme marchar, todavía no sabemos hablar eso ─sonríe con un resoplido dulce, como los recuerdos que embriagan el corazón de buenos momentos.

La Última Misión del Guardián.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora