🌴 Secret Paradise // [itabowl] || TERMINADA

05| Muy pocas buenas personas de verdad quedan en este mundo

Advertencia: Este capítulo contiene escenas con striptease, ligero toqueteo y masturbación, y lenguaje vulgar. Si eres sensible a alguno de estos temas, por favor, recomiendo leer con discreción. La idea es que te sientas a gusto. Tengamos una lectura segura ;)

¡Aviso!: Recuerda colocar la música cuando aparezca "[🎶]" en pantalla. No es obligación hacerlo. Del mismo, puedes reproducirla desde antes, sí deseas.

...

Tras un lapso más de diversión, Sukuna liberó al universitario. Ambos quedaron bastante exaltados luego de su acalorada interacción.

Esa misma noche, cuando Yuuji regresó a casa, no soportó la sensación que aquel encuentro le dejó, por lo que cedió fácilmente a las riendas del placer, sometiéndose a unas caricias propias en su zona baja, después de un largo período sin haber estado realizándolo. Verdaderamente lo necesitaba. Podía ser muy inocente, pero nadie se resistía a los deseos naturales.

A la mañana siguiente también asistió a la universidad. Ese día tenía su horario hasta tarde y se halló muy preocupado por si llegaba a atrasarse al club. En el almuerzo aprovechó de hablar con sus amigos.

―Últimamente te has comportado muy extraño, Itadori ―comentó la chica de melena lacia.

―Concuerdo con Nobara ―apoyó el de orbes azules.

―Estoy bien, chicos, en serio. No tienen de qué preocuparse ―aseguró el pelirrosa.

―Es que, es raro. Te encuentras así desde la salida que tuvimos. Si es por eso, yo de verd-... ―La chica bajó su mirada.

―¡No, no! ―pronunció el de cabellos rosados, interrumpiendo a su amiga y negando velozmente con su cabeza―. Nada de eso. ―Sonrió.

―Uff, qué bueno. Ya me estaba preocupando. ―La de ojos marrones se tranquilizó.

―Pero, además, ¿qué te pasó en las muñecas? ―interrogó curioso el de cabello punzante, observando la zona susodicha. Yuuji, instintivamente, ocultó con sus mangas aquella parte.

La fémina se acercó a él para ver mejor.

―N-No, nada... ―contestó Itadori, titubeante.

Olvidó por completo ese sector, y, por ende, le restó importancia. Le avergonzaba que sus compañeros se hubieran percatado de las marcas que le dejaron las esposas en la noche anterior. Los contrarios confiaron dudosamente en las palabras de su amigo y no dijeron más al respecto.

―¿Y ese ánimo? ―preguntó interesadamente el hombre de corta melena azabache, contemplando la ligera alegría en el joven de orbes carmín―. ¿Qué cosas hiciste, Sukuna? ―Una mirada llena de perversión se presentó en el rostro de Fushiguro―. De seguro tienes que haberte comportado de manera muy sádica como para llevar esa carita, eh.