Memorias de un corazón roto

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6 de septiembre del 2018, 2:43 p.m.

Llegué a casa de mi abuela después de un día caluroso en la preparatoria, pero todo había valido la pena minutos antes de entrar. El cálido abrazo y el tierno y casto beso en los labios. Quien sabe cuántos minutos estuve parada frente al comedor con la mirada clavada en el florero rebosante de hermosas flores. Y solo podía compararlas con una cosa.

Hay flores que son tan bellas, tan preciosas, que parecen falsas. No real. Como el amor que día con día el me da. Ojalá alguien inventara una palabra para describir el estar enamorada, pero por ahora, lo único que puedo atribuir como definición a cada sentimiento nuevo que aquel individuo me otorga, es su nombre. Su precioso nombre.