V. Dolor y decepción

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Adela

Eran las 17:00 y estamos todos juntos, yo trato de desviar mis pensamientos pero no dejo de darle vueltas a lo que quiere decir Mark, se puede apreciar a kilómetros que está tenso, sea lo que fuere que tiene que decir, le preocupa.

De repente la voz de Mark levemente alzada destaca sobre todas, y todos se callan.

— Tengo algo que deciros a todos, aunque no os lo toméis bien, me da igual. Llevamos 4 años siendo amigos, y yo llevo 4 años reprimido, por vosotros, por casi todos vosotros. Soy gay, me gustan los hombres. Y sé que ahora me vais a decir que me aceptáis y que me queréis, pero sabéis que en realidad algo dentro os afecta, y es que la gente que no sigue la "naturaleza" de vida os da asco, sois unos homófobos y nunca he podido ser yo mismo con vosotros, así que vosotros elegís, o todo o nada. — Aprieta levemente los puños y sé que está reprimiendo las lágrimas. Lo miro, al contrario que la mayoría, sonriendo, porque yo sí que estoy orgullosa de él, independientemente de sus gustos, siempre lo he estado y ahora lo estoy todavía más por haberles plantado cara. Pero no puedo dejarlo solo en la boca del lobo por mucho que le aprecie.

— Yo te apoyo, te lo he dicho siempre y no cambiará porque no te gusten las mujeres, tampoco me esperaba que te me declararas un día. — Río para quitarle hierro al asunto y miro al resto mientras Mark se va hacia la puerta. — No sé que reacción vais a tener con él pero espero que sea coherente y no seáis gilipollas. Por cierto, ¡a mi también me gustan las mujeres! — Salgo por la puerta detrás de Mark y le abrazo fuerte nada más haber salido. Escucho un sollozo y al cabo de poco tiempo noto la humedad de mi chaqueta sobre mi hombro, yo simplemente acaricio su espalda sin dejar de abrazarlo. — Has sido muy fuerte, Mark, y que nadie se atreva a decirte lo contrario, porque mentiría. — Asiente y giro levemente la cabeza hacia la puerta al oír gritos, sé que es Paul discutiendo con ellos, pero no digo nada.

— Es que no sé Ela, me han mirado como si fuese un desconocido, como si a partir de ahora no valiera nada cuando han vivido todo este tiempo la misma situación, solo que antes la desconocían. — Suspiro levemente y niego, me separo un mínimo de él y le cojo suavemente la cara con ambas manos para que me mire, probablemente sea a la que más le duele ver la decepción en sus ojos rojos, pero eso también me lo callo.

— Sabes tan bien como yo que no merecen la pena desde hace mucho, y no hacía falta salir del armario para comprobar eso. Tú has sido valiente, él que más, y yo estoy orgullosa de que te hayas atrevido. Sé que no por esto va a dejar de dolerte, pero ojalá lo hiciera porque nunca te han aportado nada bueno, Mark. — Acaricio su mejilla y limpio las lágrimas que han quedado sobre su rostro

Giro de nuevo la cabeza hacia la puerta cuando oigo un ruido y veo a Paul salir con la vena de la frente marcada, y eso confirma que ha discutido con ellos.

— ¿Os dejo solos? — Mark asiente, yo también lo hago. — Me voy a casa, ¿sí? No lo pases mal solo, si necesitas compañía, ayuda o alguien con quien desahogarte me hablas y estaré a tu disposición si lo necesitas, ¿vale? — Asiente, me dedica una pequeña sonrisa y yo le dedico otra, le abrazo y beso su mejilla. — Te quiero mucho, no sufras por quien no lo merece.

Me giro y camino hacia casa, no me permito mirar atrás porque sé que me echaré a llorar.

Cojo el móvil, 7 llamadas perdidas, 6 de ellas de gente de ese grupo, las cuales no me apetece responder ahora. Miro la otra, un número largo. De repente miles de imágenes y recuerdos cruzan mi mente y solo se me viene a la cabeza una cosa.

El hospital. Mi abuela.

Trato de devolver la llamada porque se que no llamaran a otra persona puesto que a mi padre y a mis tíos no les interesa mucho su madre pero nada, no cogen. Suspiro agobiada, trato de respirar y camino hacia casa a paso rápido mientras llamo incontables veces al número. Entro en casa y dejo el teléfono, que todavía comunica, en altavoz por si de repente cogen o llama algún otro número y me cambio rápidamente la ropa a algo un poco más cómodo porque no creo que el tiempo allí vaya a ser poco, también me desmaquillo porque sea lo que sea, probablemente lloraré. Desisto y dejo de llamar al número, llamo a Mark. Comunica dos veces y antes de la tercera oigo la voz de Mark al otro lado de la línea, lo que me tranquiliza un poco.

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