En el pueblo de Burgama, hoy llamado San Juan Crisóstomos de la Loma, cuentan la leyenda de María Antonia Mandona, María Pérez, María de Mora, María del Carmen y Leonelda Hernández, quienes fueron acusadas de brujería y sometidas a un proceso inquisitorial en el siglo XVII. Eran conocidas como Las brujas de Burgama y vivían en un monte cerca del pueblo, donde se dedicaban a curar enfermos y enamorados.
No obstante, se les acusaba de tener pactos con el diablo, así como de querer convertir la localidad en una gran laguna para hacer del párroco un caimán, y de los habitantes un conjunto de sapos. Fueron finalmente llevadas a prisión y condenadas a la hoguera. Pero una de ellas, Leonelda, logró escapar con ayuda de los pobladores indígenas. En conjunto, no sólo liberaron a la acusada, sino que dieron muerte a los soldados y al capitán que había ordenado su condena. Desde este momento, el lugar fue conocido como el Cerro de la Horca.