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Kakashi caminaba bien tranquilo por el centro comercial.

Después de la tarde que pasó en la casa de Rin, veía la vida de otro color... Como si ahora pudiera hacer hasta lo imposible.

Ya saben, ilusiones que provoca el sentimiento que se hace llamar amor.

—¿Ese de ahí no es Kakashi?

Preguntó Itachi que paseaba ahí junto a Obito.

De verás que el mundo era chiquito, o tal vez Obito tenía mala suerte. Una de dos.

Ahora no se sentía cómodo cerca de Kakashi. Desde la tarde que pasó en casa de Rin, el estar con el peliplata le comenzó a ponerse nervioso.

Además de que cuando lo cachaba mirándolo se sonrojaba, el estar cerca lo hacía tropezarse o ponerse más torpe de lo usual y a veces tartamudeaba.

Lo asociaba con una enfermedad y hasta nombre bien mamalon le puso: Kashivirus-17.

El número es por la edad que tenía el Hatake.

Se sentía muy orgulloso de si mismo por descubrir una enfermedad pero algo raro por ser el único que la tenía... Aunque podría ser que más personas tuvieran esa enfermedad y no lo sabían.

Esas personas podían ser el grupo de fans locas que tenía el peliplomo. Estaba muy seguro.

Se sentía preocupado, ¡no tenía una cura!
Debía contactarse con un grupo de científicos y ponerse a trabajar cuanto antes en una cura efectiva. ¡Que con solo consumirla se sintiera aliviado!

—¿Donde está Kakashi? —preguntó el azabache tratando de cubrirse el rostro con la chaqueta que traía mientras miraba a su alrededor.

El sabroso de ojeras apuntó al frente, a tan sólo unos pasos de ambos, estaba Kakashi admirando un peluche de Kurama gigante.

El azabache se quedó modo tieso con los ojos en forma de kokoro, admirando a la belleza de diosito griego que tenía enfrente.

Shale, ya lo imaginaba en su cama con orejitas de gat... ¡A caray!  esta es la fantasía de Itachi.

—¡Obito-kun! —Puta vida, eso pensó Obito.— Hasta que te dejas ver. Uhm... Itachi-baka.

Ese dialogo no fue de Rin, si es lo que pensaban, era de nada menos y de nadie más que de Deidara.

Ahuevo que yes.

—La Barbie terroristas. —Murmuro Itachi aún sin voltear a ver a su ex-pretendiente, al cual rechazó infinidad de veces pus porque era lo más parecido al espécimen llamado: morra castrosa.

Obito giro lentamente sobre sus talones, hasta sus pensamientos marranos que tenía se esfumaron, sonrió de la manera más fingida posible.

—Deidara, que milagro encontrarnos— Dijo Obito mirando de reojo a donde estaba Kakashi.

El rubio se colgó del brazo del azabache empujando lejos a Itachi que se tropezó con un maniquí, intento ponerlo de pie pero luego se le caía la cabeza alv y ahí estaba bien preocupado por no poder arreglarlo mientras sonreía nervioso por las personas que lo veían con pena ajena.

—Ya que nos encontramos, ¿vamos por un café? —Propuso Deidara mientras enrrollaba un mechón de pelo en un dedo tratando de lucir sexy.

Pa' sexy ta' Kakashi.

—Ay no sé. —Contestó Obito pidiendole ayuda a Itachi con la mirada. El pelinegro le regresó la mirada pero con frustración ya que el pinche maniquí ahora se le había caído una mano. —Es de que ando ocupado.

Mírame |KakaObi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora