10. El profesor Sebastián

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Isaac cómo todos los días despertó con el sonido de su despertador, se levantó aún con pereza y entró al baño de su habitación, tomó una ducha rápida y salió dispuesto a seguir durmiendo un rato más pero no lo hizo ya que unas inmensas ganas de ver a Max yacían en su interior, ayer no lo había visto tanto tiempo como en los días anteriores y eso le causaba un poco de nostalgia.

–¿Qué me está pasado? –pensó en sus adentros y al hacerlo no pudo evitar sonreír, aún no entendía que era lo que el moreno le estaba haciendo, pero, en el transcurso de estos días, supo que algo estaba cambiando en él.

Se colocó la corbata del uniforme y bajó a desayunar, su madre, quien conoce el gusto de su hijo por llegar temprano al colegio le estaba esperando en el comedor, Isaac quiso preguntarle si alguien había venido a buscarle mientras dormía con la esperanza que la respuesta fuera afirmativa y que la persona hubiese sido Max, pero no lo hizo, no quería hacer más bochornosa la situación con su madre después de la pregunta que le había hecho ayer mientras comían.

Su madre era una excelente cocinera y siempre que estaba en casa por las mañas se aseguraba de hacer un festín para que el rubio comiera todo lo que quisiera, y hoy no era la excepción. Isaac al ver todo lo que su madre había preparado sólo tomo fruta y jugo de naranja excusándose con que no tenía hambre, aunque era la verdad.

Terminó de desayunar, subió a su habitación por sus cosas evitando no olvidar el cartel que debía llevar, su corazón se aceleró al pensar que estaría con Max ya que las dos primeras horas tendría ciencias, que es la clase que comparten.

Bajó las escaleras, se despidió de su madre con un beso en la mejilla y salió rumbo al instituto, a medida que se iba acercando sus manos comenzaron a sudar, pero ahora era por una razón diferente...los sentimientos por Max

Llegó y cómo siempre el instituto estaba vacío, tomó su celular de la mochila, 6:10 a.m. marcaba el reloj, caminó rápido; subió al edificio, se sorprendió al ver al profesor Sebastián subiendo a su salón, tan impecable cómo siempre, eso le recordó lo que David le había dicho ayer, pero, más tarde tendría una clase con él así que decidió dejarlo para ese momento.

Entro al salón del Profesor Martín y como aún era temprano, estaba vacío.
Se sentó en el mismo lugar que había compartido con el pelinegro, a medida que el tiempo iba avanzando el salón se iba llenando, Isaac apenas recordó lo que Max le había prometido.

El tiempo pasó y las últimas personas que vio llegar antes del profesor fueron David y su hermana Sofía, David al verle le sonrió y se acercó a él, Sofía le siguió, pero no se acero al rubio.

–Hola hermano –gritó el castaño y todos voltearon a verles, no era muy común que alguien hablara con Isaac, más bien, no era común que Isaac hablara con alguien.

–Hola –sonrió el rubio

–Gracias por prestarnos tus apuntes –el castaño le entregó los cuadernos que él les había prestado, los metió a su mochila y observó al profesor Martín entrar al salón

–De nada –el rubio sonrió y el castaño le devolvió la sonrisa.

David se sentó junto a su hermana cerca de Isaac mientras y que él se quedó pensando en Max, David comenzó a hablar de cosa banales con Sofía.

No iba ser la primera vez que Max llegara tarde y tampoco la última, pero, algo en Isaac decía que algo andaba mal.

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–¿No crees que Isaac es un poco raro? –preguntó Sofía a su hermano.

–Más raros somos nosotros y hasta ahora nadie nos ha dicho nada –soltó una pequeña risita.

Me enamore de una bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora