21. ¿Jugamos? [MarcosxDavid]

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Domingo.

Ya era un poco tarde, David despertó con mucha pereza y con un gran dolor de cabeza, comenzó a sentir como su cuerpo era aplastado, como las cortinas de su habitación eran muy gruesas, no dejaban entrar la luz, comenzó a toquetear aquello que lo estaba aprisionando contra el colchón.

–Déjame dormir...–escuchó una voz muy conocida, la que últimamente le carcomía el pensamiento.

–Marcos quítate de encima...–susurró, mientras seguía tocando lo que parecía ser el brazo del rubio.

–¿Para qué si estoy bien aquí?

–Necesito ir al baño –confesó.

Marcos se quitó rápidamente dejándolo salir, David apresuro su paso y cuando llego al baño, lo primero que hizo fue ponerse su pantalón de pijama para después echarse agua en la cara para despejar sus pensamientos, tenía una gran jaqueca y la luz empezaba a lastimarle la vista.

Y como si fueran flashes, llegaron a su mente los recuerdos de la noche, cuando Marcos le besó...y por inercia, su piel se erizó. Volvió a echarse agua, pero esta vez fue agua fría. Su corazón latía al mil por hora.

Al salir se topó con que Marcos ya se había levantado de la cama y quién sólo llevaba un bóxer, el corazón de David estaba a punto de salirse, aquel bóxer hacía que las piernas bien torneadas del rubio fueran un completo espectáculo.

David comenzó a recorrerlo con la mirada comenzando por los pies y subiendo lentamente, Marcos lo miraba divertido y no podía dejar de sonreír ante la actitud del castaño. Su mirada subió hasta toparse con la entrepierna del rubio, aquello se veía realmente grande, las manos le empezaron a sudar, apartó la mirada nervioso mientras se concentraba en que su erección no fuera muy notable.

Volvió a posar la mirada, pero esta vez fue en el torso desnudo del rubio, subió lentamente recorriendo con la mirada cada músculo marcado, se avergonzó aún más, al darse cuenta que aquellos ojos grisáceos miraban fijamente hacía su entrepierna. Marcos comenzó a caminar hacia él, David estaba más que nervioso, su corazón latía al mil por hora y sus manos sudaban.

–Estas duro...–susurró Marcos una vez que llegó hasta él, mientras depositaba su mano en aquel miembro.

–No...no toques ahí.

–¿Por qué? –preguntó el rubio cerca del oído del menor, mordiéndole el lóbulo de la oreja haciendo que éste soltara un gemido, empezó a depositar cálidos besos en todo el contorno del cuello del menor, haciéndole dar pequeños respingos de placer

–Pa-Para –susurró a la vez que Marcos comenzaba a masajear su miembro por encima del pijama.

–¿Estás seguro? –Marcos se deleitaba con los delicados gemidos que salían de la boca del castaño y, por su parte, su miembro crecía un tanto más con sólo escucharlo gemir.

–N-No –susurró.

–Eso era lo que quería oír –de un solo movimiento, Marcos se deshizo del pantalón de pijama y el bóxer, dejando a David completamente desnudo y a su merced. –Sólo juguemos un poco...–su voz sonaba ronca y excitada –Tienes un cuerpo perfecto –confesó, comenzó a tocar el blanquecino cuerpo de David, rozando lentamente su piel con la de él.

–Bésame...–aquellas palabras que salieron de improviso, sorprendieron al rubio –Bésame como lo hiciste en la madrugada –David estaba sonrojado de los pies a la cabeza.

Lentamente el rubio acercó sus labios a los del castaño, rosándolos ligeramente causando un pequeño cosquilleo entre ellos.

Tomó el labio inferior del castaño, succionándolo y mordiéndolo ligeramente, provocando un espasmo de placer en todo el cuerpo del menor.

El beso empezó lento, fue como si en aquel beso hubiera amor y pasión verdadera, empezó a succionarle de nuevo el labio, como si estuviese pidiéndole permiso, el rubio introdujo su lengua en la húmeda cavidad del menor, recorriendo su boca y chocando con la lengua del otro.

Mientras se tragaba los gemidos del menor, la temperatura de la habitación iba subiendo y la excitación de ambos era evidente, Marcos no dejo de acariciar en ningún momento el miembro erecto del menor y esté estaba a punto de correrse.

Al momento de terminar el beso, Marcos volteo a David, dejando la delicada espalda del menor pegado a su pecho, comenzó a besarle el cuello, mientras que una de sus manos le recorría el torso y se concentraba en sus pezones, mientras que la otra seguía acariciando con detenimiento aquel falo aún erecto.

David dio un respingo al tiempo que la evidente erección del mayor toco su trasero.

–Me-me-me vengo –habló David con una tenue voz.

Marcos comenzó a intensificar los movimientos de su mano, mientras el líquido preseminal se hacía presente cada vez más. En un gemido ronco David termino por correrse en la mano del rubio, la vergüenza lo carcomió al darse cuenta de aquello.

–Te toca...–susurró Marcos en la oreja del castaño.

–¿Qué quieres que haga? –preguntó confundido, pero a la vez decidido.

–Sorpréndeme...

Me enamore de una bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora