24. ¿Qué somos? [MarcosxDavid]

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Sábado.

Marcos se encontraba confundido, mordiendo el borde de una de sus plumas mientras seguía en su despacho, había pasado menos de una semana, cuatro días para ser exactos, desde que David lo había localizado, habían hablado de cosas sin importancia, pero algo que el castaño había dicho le había recorrido la espina dorsal creándole un estremecimiento.

–¿Qué somos?

Esa pregunta se había quedado en el aire esa tarde, esperando una respuesta a la cual el rubio se negó a dar.

¿Por qué?, por el simple hecho de que ni él mismo lo sabía, aquel menor lo atraía, si claro que lo hacía, esa noche, cuando había estado dentro de él, cuando había disfrutado del placer de escuchar sus gemidos...había sido algo...sorprendente. Sin comparación alguna con lo que había sentido antes.

–¿Licenciado, se encuentra bien? –la voz chillante de su secretaría, Lydia, lo había hecho salir de su trance.

–Sí, si, por favor tráeme un café –ordenó con voz autoritaria, propia de él.

–¿Dos de café y una de azúcar?

–Si, por favor.

Lydia salió de ahí a toda prisa, pues no le gustaba ver a su jefe enojado.

Regresó después de unos minutos, se acercó lentamente con la taza humeante de café en sus pequeñas manos, dejando ver su diminuta falda y su gran escote.

–Déjalo junto al ordenador...–dijo Marcos con un pequeño toque de seducción en su voz.

Y Lydia lo hizo, dejándole al rubio una clara vista de su escote y de lo que había dentro de él. Marcos sonrió ante los miles de pensamientos eróticos que rondaron por su mente.

De un momento a otro se levantó de su cómoda silla y se acercó a ella para oler su pelirrojo cabello, pero el aroma no era nada parecido al de él. La tomó por la cintura apegándola a su cuerpo y provocando un gemido en ella...pero no sonó como él. Cerró los ojos imaginando que, a quien estaba abrazando era el castaño, aunque se maldijo por pensar en eso, pero su cuerpo lo traicionaba, su miembro estaba reaccionando ante los pensamientos que estaba teniendo.

–¿Jefe esto es correcto? –Lydia estaba confundida, aunque no podía negar que se encontraba leve mente excitada ante la situación en la que se encontraba.

–No hables...–ordenó le rubio

Con fuerza y brusquedad, tomó el débil cuerpo de la pelirroja inclinándolo hacía el escritorio, levanto levemente su falda, dejando al aire su trasero bien formado y sin más preámbulo entró en ella de una estocada, ganándose gemidos y jadeos por parte de la chica. Que, aunque quisiera negarlo, no le hacían sentir lo mismo que con el castaño.

Estar dentro de ella, tampoco se sentía igual.

–Joder...–soltó Marcos, aunque no fue de placer, si no por las locuras en las que estaba pensando ¿Cómo podría alguien como él pensar tanto en alguien como David? si sólo es un niño.

La chica estaba a punto de llegar al tal llamado orgasmo, las estocadas que el rubio le proporcionaba eran muy rápidas, podría sentir claramente como Marcos entraba y salía de ella en aquel vaivén que podría volverla loca.

Al momento de acabar, Marcos soltó un gemido bronco y áspero.

–Esta despedida...–le dijo a la chica una vez que ya estaba arreglada y punto de salir de su oficina.

–¿Por qué? –preguntó como si la respuesta no fuera obvia.

–¿En serio lo preguntas?

–¿Volveremos a vernos? –preguntó esperanzada.

Me enamore de una bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora