Capítulo 4

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Luca

No he podido dejar de pensar en lo qué pasó.
¿Cómo es que los papás se portaban así?
Chiara y yo le habíamos intentado decir a nuestros padres y lo único que nos dijeron fue que algunos padres hacían eso para educar a su su hijos.
Realmente las personas adultas aveces pueden ser muy imbéciles.
Estábamos solos en esto.
Lo primero que tenía que hacer era ver como se encontraba Iris, estaba realmente preocupado por ella.
Los tres teníamos que hacer un plan porque a nadie más le importaba.
Había pasado un día completo desde esa noche y estaba muy indeciso de ir a ver cómo estaba Iris, no quería meterla en problemas ya que sus padres realmente estaban mal de la cabeza.
Decidí que no me podía quedar sin hacer nada y es por eso que estaba escalando por la ventana de Iris.
Di unos pequeños toques en la ventana, pero nadie respondía, por un momento creí que estaría dormida hasta que Iris se asomó por la ventana.
Era muy bonita, tenía la piel de porcelana, ya que era muy blanca y gracias a eso resaltaban las pecas que tenía en sus mejillas.

—¿Qué haces aquí?entra antes de que alguien pueda verte—me dijo con una cara muy asustada.

Antes de que pudiera decirle algo, se volteó rápidamente, dándome la espalda.

—¿Qué te pasa?—le pregunte preocupado.

—No me veas.

—¿De que estás hablando, porque no puedo verte?.

—Va a sonar muy tonto, pero tengo una cicatriz en mi cara  y no traigo maquillaje que la pueda cubrir.

—Iris,voltéame a ver.

No me contesto por unos segundos hasta que por fin decidió voltearse para darme la cara.
Tenía una pequeña cicatriz color rojo que iba desde la ceja hasta el ojo.

—Por favor no digas nada, ya se que es fea,per...

—No digas eso—la interrumpí, antes de que pudiera terminar de hablar.

Empecé a levantarme la camisa, pero Iris me agarro de las manos.

—¿Qu... que estás haciendo?.

—Tranquilízate, solo quiero enseñarte una de mis cicatrices.

Eso pareció calmarla un poco más y me soltó las manos para que pudiera enseñársela.
Me quite la camisa y le señale la cicatriz que tenía en mi abdomen.

—¿Cómo te la hiciste?—pregunto curiosa.

—Era mi cumpleaños número 10 y todos estábamos jugando en mi habitación, mi mamá me había dejado a invitar a varios amigos de la escuela y nos pareció buena idea  jugar a las escondidas con la luz apagada y como puedes ver no termino muy bien.

Iris estaba sentada en su cama, con las piernas cruzadas mientras me escuchaba con cara de concentración.

—El punto es que uno de mis amigos traía un palo de metal, que no se de donde mierda saco y me corto y por mucho tiempo odié la cicatriz y me negaba a enseñarla.Y luego me di cuenta de lo tonto que era.

—¿Porqué?—preguntó Iris intrigada.

—Porque las cicatrices cuentan historias y tú no deberías de sentirte mal con la tuya.

Me dio una pequeña sonrisa y nos quedamos viendo por unos largos segundos.Hasta que recordé a que había venido.

—Iris ¿hace cuánto tiempo que tu papá te pega?.

—Es.. es la primera vez que lo hace, nunca había roto una de sus reglas,cre..creo que me lo merecía.

¿Cómo mierda podía decir eso?

—Iris,no quiero que vuelvas a decir eso, el no tiene porque pegarte, si vuelve a hacerlo puedes decirme y yo podría ayudarte.

Iris se quedó callada por unos minutos, hasta que después susurró.

—¿Realmente mejora o simplemente te acostumbras?.

Temblé cundo me dijo eso, literalmente temblé.

—¿Porqué dices eso?.

—Que estoy cansada de todo, de mis padres, de sus tontas reglas, del insomnio y de que no tengo a nadie a quien contarle.

Quería decirle algo, pero Iris parecía querer seguir hablando, entonces la dejé, mientras me volvía a poner mi camisa.

—Hace mucho tiempo que no le tengo confianza a mis padres y solo quiero que mi mamá me abrace y vea que detrás de mi sonrisa, solo hay tristeza y dolor—me contaba, mientras lágrimas le caían de sus mejillas.

—Y luego tengo este insomnio de mierda, que no me deja dormir bien, sigo soñando con unas personas que nunca he visto en mi vida, pero que se me hacen conocidos y no se que significa, pero estoy segura de que es importante —me dijo entre sollozos.

Se veía realmente vulnerable y lo único que se me ocurrió fue darle un abrazo.
Iris enterró su cara en mi cuello y me apretó mi camisa, con sus manos echas puño.

—Gracias por estar aquí, en serio lo necesitaba.

Quería responderle algo pero unos golpes en la puerta nos dejaron paralizados a los dos.

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