🪡. O4

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—Bonita, faltaste una semana entera a clases

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—Bonita, faltaste una semana entera a clases.

Fueron las palabras del joven de cabellos lilas con sus cejas fruncidas. La muchacha de cabellos caoba simplemente ignoró sus palabras, se sentía adormilada y recostó su cabeza sobre sus brazos estirados en su asiento.

Aquella semana donde estuvo ausente le mantuvo preocupado y verla llegar tan apagada y sin vida sólo le hacían sentir un indescriptible ardor en su pecho, confirmando en su interior que ese pequeño ángel caído no estaba bien, no se sentía bien.

—No sabía que contabas los días de ausencia de las personas. —Murmuró Reiko manteniendo los ojos cerrados; no quería ver al joven de cabellos lilas mientras conversaba, no sentía la confianza suficiente para mirar el bonito campo de lavanda tintados en sus tranquilos ojos.

—No lo hago. —Respondió— Excepto cuando se trata de ti, bonita.

—Takashi, ya hablamos de esto, no soy bonita.

—Lo eres, eres bonita, en algún momento tendrás que dejar de menospreciarte.

La conversación de rutina, Reiko negando las palabras de Mitsuya rechazando una y otra vez sus palabras y él sólo podía sentirse en el muelle observando la belleza del vasto océano sin oportunidad de bucear en los profundos tesoros de sus ojos turquíes.

La conversación de rutina, Reiko negando las palabras de Mitsuya rechazando una y otra vez sus palabras y él sólo podía sentirse en el muelle observando la belleza del vasto océano sin oportunidad de bucear en los profundos tesoros de sus ojos tur...

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El día transcurría con normalidad, ahora que sus clases terminaban simplemente decidió irse como siempre, por el camino de siempre, pero esta vez fue detenida en los pasillos por otros estudiantes.

—Himura Reiko. —Pronunció una estudiante de aquel pequeño grupo de a lo mucho cuatro personas— ¿No crees que estás pasando mucho tiempo con Takashi Mitsuya?

—No lo sé, no es mi asunto y dudo mucho que sea el tuyo. —Respondió la muchacha de cabellos caoba ignorando la situación en la que se encontraba— Permiso, quiero irme a casa.

—Por supuesto que es tu asunto, —Participó otro desconocido— si todos sabemos que está pasando el tiempo por lástima hacia a ti, sólo mírate ¿Quién querría realmente estar contigo, cerdo?

Reiko sólo pudo suspirar, por un instante creyó que estaría un poco más tranquila debido a que el de cabellos lilas se acercaba a ella durante los recesos y uno que otro espacio libre.

Pensó un poco en las palabras de aquellos que no conocía o quizá sí pero les habrá olvidado; recordó observar en el espejo su cuerpo con pequeñas "llantas" y estrías, su rostro con uno que otro acné que secaba y sus muslos algo gruesos durante la semana que faltó a clases.

—No tengo idea, tendrías que preguntarle tu mismo por qué se acerca a mí y no a ustedes. —Respondió Reiko, acomodando su holgado hoodie.

—Tiene razón, la próxima vez pregúntenme y conversaremos tranquilamente. —Complementó Mitsuya apareciendo junto a Peyan, quien observaba la escena desde lejos— Si vuelvo a encontrarme con este tipo de escenarios contra ella, los mato.

Y allí, Reiko grabó en su alma y su memoria la mirada severa de la única persona que se acercaba a ella y la única que se atrevió a defenderla, comenzando a creer que tal vez su compañía no era tan mala.

Y allí, Reiko grabó en su alma y su memoria la mirada severa de la única persona que se acercaba a ella y la única que se atrevió a defenderla, comenzando a creer que tal vez su compañía no era tan mala

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—Gracias por lo de antes, Takashi.

—No es nada bonita, toma esto.

Un papel con su número de teléfono fue lo que recibió en sus manos y una vez más observó la sonrisa de Mitsuya, tan suave y tan cálida que se detuvo unos segundos a apreciar su morfología, notando lo atractivo que es con su pendiente con forma de cruz.

Reiko dió las gracias una vez más y a paso acelerado partió a su hogar, donde mientras caminaba las lágrimas caían solas pues aquellas palabras de esas personas llegaron a apuñalarla y aquel pensamiento constante que vagó por su cabeza esa semana de soledad y tristeza continuaba atormentandola.

Al llegar a casa sólo dió las buenas noches, pasó de cenar yéndose a su habitación y con el papel en sus manos consideró si realmente quería entregar su confianza a aquel joven que la defendió de aquellos extraños; sus mejillas enrojecieron y por primera vez sus ojos brillaban al pensar en Mitsuya y su sonrisa hasta que comenzó a llorar.

Reiko lloraba al pensar en Mitsuya, la única persona que se acercó a ella sin juzgarla, sin intenciones de hacerle daño.

—Takashi sería mi... Primer amigo.

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𝗕𝗢𝗡𝗜𝗧𝗔 | 𝐭𝐚𝐤𝐚𝐬𝐡𝐢 𝐦𝐢𝐭𝐬𝐮𝐲𝐚.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora