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Suspiro antes de entrar al gran edificio ya conocido, aquel que se había vuelto un paseo rutina en su vida.
Entro y conocidas sonrisas se dirigieron a el junto con unos asentimientos de cabeza a los que respondió.
No hizo falta registrarse, ya lo conocían.
Tomo el ascensor y toco el botón número ocho. Las puertas se cerraron al igual que sus ojos y volvió a suspirar.
La gran caja volvió a frenar en su piso y las puertas se abrieron encontrándose con un cumulo de gente que lo dejo pasar con una sonrisa de lado.

Sus manos sudaban, estaba nervioso aunque ya no debería estarlo. Su respiración se aceleró cuando llego a la puerta que lo separaba de él. Tomo una bocanada de aire y abrió.
En el interior, al igual que ayer, antes de ayer y siete meses atrás, estaba el. Postrado en una cama rodeado de cables, inconsciente hasta el punto que la medicina sabía. Sin hablar, sin moverse, sin oír. Solo respirando con ayuda de una máquina. Sin vivir como debería hacerlo.

En coma.

En coma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora