𝙸𝙽𝙺𝚈 𝚃𝙴𝙽𝚃𝙰𝙲𝙻𝙴𝚂 |𝙰𝙸𝚉𝙰𝚆𝙰 𝚂𝙷𝙾𝚃𝙰 𝙸𝙸|

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• Era claramente un regalo de apareamiento, o al menos eso creía él. Primero, compartiste un poco de tu comida con él, algo que solo hacían los compañeros, y luego le hiciste un regalo de cortejo.

• Ahora todo lo que quedaba era que solidificaras tu interés en él tocando sus branquias. Algo que, sin saberlo, ni siquiera diez minutos después de regalarle el lazo para el cabello.

• —Déjame peinarte un poco, parece un nido de ratas —reíste entre dientes, sentado en el borde de la piscina, con las piernas sumergidas en el agua.

• Él dudaba en darte la espalda. Era un gran tabú para los de su clase. Nunca le diste la espalda a nadie fuera de tu grupo —Vamos, no muerdo.

• Colocó los hombros entre tus piernas. No se relajó hasta que sintió que tus dedos se abrían camino en su cabello anudado. Sentiste su pecho retumbar con tu toque relajante.

• —Supuse que debe ser difícil de ver cuando estás nadando —tarareas, disfrutando de la forma en que sus mechones de obsidiana se sentían como seda.

• Ataste su cabello una vez que todos sus nudos estuvieron desenredados, apartaste los pocos mechones que se escaparon de la corbata, sin saberlo, trazando sus branquias. Shota se escapó de tu agarre, nervioso por tus audaces acciones.

• —Iré a buscarnos la cena —tartamudeó, nadando rápidamente fuera de la cueva.

• —¿Pero acabas de volver de pescar? —dijiste, sorprendido por su abrupta partida.

• Se fue antes de que pudieras terminar tu frase.

* * *

• —Gracias por el cangrejo, Shota —tarareas, abriendo la pata escarlata.

• —No hay problema, había un montón de ellos no muy lejos de la cueva —se apoyó contra las rocas. Sus ojos no se encontraron con los tuyos. Mintió un poco, tuvo que nadar bastante distancia para atraparlos.

• Estaba feliz de darte algo que querías. Habías mencionado a las pequeñas criaturas puntiagudas y estaba demasiado ansioso por ver una sonrisa en tu rostro. Los lindos chirridos que hiciste mientras mordías la carne dulce lo golpearon directamente en sus tres corazones.

• Desde que tus dedos rozaron sus branquias se había mostrado más cariñoso.

• Normalmente dormías cerca del fuego por la noche pero de alguna manera te despertabas cerca de la piscina envuelta en sus tentáculos. Estaba aún más preocupado cuando dejaste la cueva por cualquier motivo.

• A él particularmente no le gustó cuando te bañaste lejos de él. Sabía de los peligros del océano, por lo que estaba más nervioso por dejarte sola en él. También le había gustado traerte hermosas conchas y rocas.

• Shota dudaba en decirte que la tormenta retrocedió y que ahora podría llevarte de regreso. No importaba, estabas cortejando, básicamente eran compañeros en este punto.

• —Shota.... —te apagaste, tus ojos no pudieron encontrar los suyos.

• —¿Sí, Omega? —él gruñó, captó tu olor, fue incómodo.

• —Me preguntaba cuándo íbamos a volver a la orilla —le preguntaste, moviendo rápidamente tus ojos hacia él.

• —¿De regreso a la orilla? —las palabras le picaron en la garganta. Sus tentáculos se enroscan en el agua, deseando abrazarte entre sus brazos. No puedes irte si estás enredado en sus extremidades.

• —Bueno, tengo que volver. No sé cuánto tiempo puede soportar mi espalda durmiendo en la arena otra noche —te frotaste la espalda dolorida —Extraño acurrucarme en la cama, tomar té caliente y leer libros".

𝐀𝐧𝐢𝐦𝐚𝐥𝐬 𝐈𝐈「ʙɴʜᴀ」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora