Partidos de fútbol.
Y algunas improvisaciones.—Me arrepiento.
Un golpe detrás de mi cabeza me hizo escupir el pedazo de tostada que pretendía masticar.
—¡Acaba de decidir! —exclamó Diana, exasperada.
Puse los ojos en blanco, y volví a colocar la comida en mi boca.
—Debo intentar algo menos patético. Además, Diana, no sé si recuerdas que me debes una explicación.
Ella alza las manos hacia arriba, como si por fin me hubiese dado cuenta de algo demasiado estúpido.
—Sabía que esa idea de los libros además de ser patética, no iba a funcionar.
Ladeé mi cabeza, y le propiné una patada por debajo de la mesa.
—No ignores lo último que te dije.
Cuando Diana cambió la expresión de su rostro a una que gritaba "voy a mentirte y lo sabes" su teléfono celular comenzó a sonar.
—Salvada por la campana —susurré para mí misma.
Tomé otra tostada y comencé a masticar en lo que Diana conversaba con Renee acerca del partido de esta noche. No puse mucha atención a sus comentarios acerca de qué tacones iban a usar —tacones en un estadio, súper casual— debido a que me encontraba demasiado perdida en mi propia cabeza, debatiendo ideas sin sentido.
Hasta que una con mucho sentido se me cruzó entre tanta incoherencia.
Dexter amaba el fútbol.
Dexter había estado entrenando últimamente.
Dexter era parte del equipo.
Dexter iba a estar en el estadio.
Dexter.
Jugando.
Y yo le había colgado teléfono.—¡No! —grité y me paré de repente de la silla, con las palmas apoyadas en la mesa y la vista perdida en algún punto, mientras en mi cabeza se desataba miles de situaciones catastróficas.
Después me percaté de que Diana me observaba perpleja, y le dijo unas palabras que no entendí a Renee para luego colgar y mirarme con aún más perplejidad.
—Digo... ¡No me voy a perder el partido esta noche! —exclamé con exagerada alegría en lo que hacía un baile ridículo.
Diana hizo un chasquido con sus labios y me dio una mirada de incredulidad mezclada con burla.
—Dijiste que no ibas a ir, puesto a que Evanstone no piensa aparecer por allí.
No podía decirle a Diana que lo que quería era ver a Dexter. El sermón que me daría sería de nunca acabar, así que decidí mentir y decir:
—He cambiado de opinión porque quiero pasar tiempo con mis amigos, ¿a qué hora tenemos que salir?
La rubia quedó varios segundos en silencio, analizando mis gestos. La conocía tan bien que sabía perfectamente que estaba intentando detectar algún rastro de mentira en mí.
—A las ocho, Renee viene en el auto —respondió finalmente.
—¡Genial! Voy a bañarme, tú ve preparándome la ropa —Junté mis manos bajo mi barbilla y puse cara de cachorro—, por favor.
Ella asintió con pesadez y me hizo un gesto con la mano para que me apresurarse.
(...)
—¡Paris! —Diana aporreó la puerta del baño sin compasión alguna, por lo que di un respingo frente al espejo—. ¡Apúrate!
—Si dejaras de ser tan gritona y de asustarme así quizá terminase más rápido. ¡Acabo de arruinarme el delineado!
¿Sabía Diana lo difícil que era hacer un delineado? Seguro no lo sabía.
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Te ves como el chico Perfecto ©
Teen FictionFer Evanston era de esos chicos que prefería escuchar pop con un par de audífonos inalámbricos en lo que comía una hamburguesa de pollo, perdido en su mundo. Paris Armstrong, lo más cercano a una bomba de relojería que podía estar una persona; bebi...