prólogo.

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Erase una vez, un repartidor que se encontró con el diablo. Es una historia de amor. Más o menos. Al menos la historia de amor que puede haber entre un humano y un demonio.

—Lo siento. Monarca. A él le divierte esto.

—De todos modos, todo comenzó cuando mi hermana le vendió su alma al diablo; bueno, técnicamente, todo comenzó cuando vendí mi alma al diablo, pero una no habría sucedido sin la otra.

El ángel que me ha estado escuchando en silencio mientras parecía estar muriendo por dentro se pasa una mano por la cara.

—Señor Córcega, por favor, quédese con los hechos. Le pregunté cómo llegó a ser el Portador de Luz de Cuauhtémoc.

—Estaba llegando a eso —insisto—. Caray, ustedes están impacientes.

—Continúe —dice el ángel, con los dientes apretados.

Miro el reloj en la pared detrás de él. Siete y media.

Tic-tac.

La mano del ángel cubre el arma a su lado, como si supiera lo que estoy planeando.

Vamos, hijo de puta.

—Como dije. Es una historia de amor, y ya sabe cómo comienzan todas las buenas historias de amor —La mirada en blanco en su rostro me dice que no tiene una maldita pista. Supongo que los chicos del sur tienen toda la diversión—. Con un bonito encuentro —agrego—. ¿Amor, o en este caso, odio, a primera vista?

—El formato narrativo realmente no es necesario —dice el ángel—. Los hechos servirán.

Yo levanto una ceja.

—Mira, amigo, si voy a contar esta historia, tengo que hacerlo a lo Sinatra, ¿también conocido como a mi manera?

Más miradas en blanco.

—¿Sinatra? ¿De verdad? ¿El sultán de Swoon? —Gemí—. Está bien. Bueno. Eso hará que la creación de un paisaje mental para las partes emocionales sea más difícil, pero lo que sea, lo resolveremos.

—Como ya pregunté, señor Córcega. ¿Cómo conoció a Cuauhtémoc?

—Cierto —Me aclaro la garganta—. El escenario es una de las partes más importantes de una historia de amor y, por supuesto, la mayor parte de la nuestra ocurre en el Infierno. Pero no comenzó allí.

—Por supuesto que no —dice el ángel en un tono plano.

Está empezando a gustarme. Más o menos. Lástima que uno de nosotros tenga que morir, y no voy a ser yo.

—✨.

¿Y? ¿Les gusta esta nueva propuesta? Ya se la saben, háganmelo saber para continuar con todo esto. ¿O ya no se lee Aristemo por aquí?

portador | aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora