12

4.8K 150 2
                                    

Su cara pasa de la sorpresa a la alegría máxima en el segundo que tarda en venir a abrazarme. Nos damos un abrazo un poco más largo de lo normal en el cual hundo mi nariz en su cuello y aprovecho para aspirar su aroma todo lo que puedo. Cuánto le he echado de menos. Me aparto y veo a todos mirándonos con ternura. Tremenda vergüenza. Pedri se gira mientras me sostiene por la cintura y se ríe al ver la reacción del resto a nuestro reencuentro. Aún así, vuelve a apretarme contra su cuerpo y deja un beso en mi mejilla que recibo encantada. Me presenta a sus padres y aprovecho para saludar también al resto, sobre todo a Fer que hacía más tiempo que no lo veía. Pedri me hace hueco a su lado haciéndome saber que no piensa separarse ni un segundo de mi lado y a mi simplemente se me cae la baba con mi niño.

-¡Pero bueno, qué preparados venís todos!- digo mirando que todos tienen una camiseta de la selección puesta.- Ya me podríais haber comprado una.- recrimino a mis amigos y ellos se encogen de hombros, pasan de mi.
-Yo ahora te doy una.- me dice Pedri y dejo un beso en su mejilla.
-¿Y cuando hablamos de que eres la persona más picada del planeta?- digo tocándole su pelo recién cortado y refiriéndome al meme que le había enviado días antes.
-Un degradado para ser más guapo que el Patrick Schick ese, ¿no?- contesta Pedri riéndose.
-Para ganar la Eurocopa.- le corrijo.- Para ser más guapo no te hacía falta nada.

En cuanto suelto eso debería estar disfrutando de alguna muestra de cariño de Pedri si no fuera porque Riqui ha soltado un "awww" y he tenido que enzarzarme en una pelea con él. No quería ser violenta delante de los padres de Pedri pero este Ricard algún día morirá entre mis manos. Seguimos hablando entre todos sobre mil cosas y comentando la Eurocopa pero mi chiquitín y yo no podemos parar de abrazarnos y susurrarnos tonterías. A veces ni siquiera nos hace falta decirnos nada, solo nos sonreímos y nos basta con eso. Es increíble ver que en unas semanas después y en Sevilla todo sigue exactamente en el punto en que lo dejamos en Mallorca. Cuando el staff de la selección pasa avisando de que quedan unos 15 minutos de visita, Pedri me pide que suba con él a la habitación a por la camiseta. Diría que es un tanto violento delante de sus padres pero solo con ver con la carita de ternura que nos miran en todo momento me basta para saber que no lo es.
En el trayecto del ascensor, a pesar de compartirlo con otros huéspedes del hotel, mi chiquitín no para de dejar besos en mi cabeza y repetirme lo guapa que estoy. Me muero por él, es algo que ya tengo completamente claro. En el pasillo de su habitación nos cruzamos con Pau Torres y nos presenta, momento en el que el del Villarreal decide dejar a su amigo en evidencia soltando un "hombre, la famosa Paula". Pedri se pone incluso rojo en ese momento y yo me río apoyando mi cabeza en su hombro. Nos despedimos de Pau y continuamos nuestro camino hacia su habitación con mi niño abrazándome de lado mientras me cuenta que sí que les había hablado a los más allegados del grupo de mi pero que tampoco había sido tan pesado. Me parece tan tierno que me lo comería a besos si no hubiéramos llegado ya a nuestro destino.
Una vez dentro de la habitación se dedica a hacerme un room tour que se ve interrumpido cada 3 segundos con excusas para su desorden. Me tumbo riéndome en la cama mientras él abre el armario para coger la camiseta que me va a regalar.

-¿Te puedes quedar en mi cama para siempre? Es que me acabo de dar cuenta que es donde más me gustas.- suelta nada más darse la vuelta y verme en su cama.

Se me queda la cara de tonta de siempre cuando me dice esas cosas sin previo aviso. Él se queda parado frente a mi sonriendo orgulloso por lo que ha dicho y, sobre todo, por haberme dejado fuera de juego una vez más. Me levanto de la cama y sin dudarlo ni un segundo voy directa a sus brazos. Sentir su contacto es lo único que necesito en un momento como este. Pedri acaricia mi pelo mientras yo rodeo su cuerpo y suspira. Sonrío en su cuello y pasa sus manos de mi pelo a mi cuello. Me aparto del abrazo y aún seguimos muy cerca. Me mira con seguridad pero también con deseo y sonrío en respuesta. Sigue con las manos en mi cuello y las pasa a mi cara. Que las mías viajen a su pelo es la señal afirmativa que necesita para dar el paso y besarme. Al principio me besa suave y disfrutamos del contacto de nuestros labios. Mis manos pasan a su nuca y él se encarga de intensificar el beso. Nos disfrutamos completamente en ese beso y deseo que no se acabe nunca. Cuando se separa de mis labios sonrío y él me responde dándome besos por toda la cara. Le abrazo fuerte, estoy muy feliz y no se cómo demostrárselo. Dejo un beso en su cuello y él vuelve a mis labios.

-No sabes las ganas que tenía de poder hacer esto todo el rato...- dice aún sobre mis labios y me río.
-Bueno, eso de todo el rato...- bromeo y me tira la camiseta a la cara.- Qué rencoroso, chiquitín.- digo recogiendo la camiseta y dirigiéndome al espejo para cambiarme el top que traigo por este nuevo atuendo.

Pedri se sienta en la cama sin quitarme ojo y me quito el top. Le miro a través del espejo con cara pícara y él levanta las manos en respuesta. Ambos nos reímos y me pongo su camiseta. Al verme con su camiseta con su dorsal puesto no tarda ni un segundo en venir directo a abrazarme por la espalda y atacar mi cuello, dejándolo lleno de besos. Subo mis brazos para acariciar su pelo y me giro para quedar frente a él.

-Me gusta mucho como te queda.- le digo refiriéndome a su pelo y primándoselo como puedo.
-Tú si que me gustas mucho a mi.

Ya no hago ni el intento de responder a ese tipo de cosas que me suelta pretendiendo que no me muera. Él, por supuesto, se mea de risa con la cara que se me ha quedado. Le empujo para que vuelva a sentarse a ver si así, con espacio personal, recupero la respiración. Me vuelvo a girar hacia el espejo y me hago un nudo en la camiseta para que estilice más mi outfit. Me giro para mirar como ha quedado la parte trasera y veo a Pedri mirándome con una ceja levantada. Me dirijo hacia su posición y me cuelo, aún de pie, entre sus piernas. Le acaricio el pelo, mi nuevo hobbie ya que me encanta tocar los pelos cortos recién rapados, y él posa sus manos en mi culo.

-Pero bueno...- bromeo y él aprieta aún más mi culo.
-Lo siento ya eres todita pa mi.- dice poniendo la mayor cara de bebé que he visto en mi vida.

No tengo otra respuesta que no sea inclinarme a dejar múltiples besos fugaces sobre sus labios. Me vuelvo a poner recta y su cara queda justo a la altura de mi tripa, donde comienza a repartir besos. No se si es que yo estoy muy salida, si es que este chico provoca demasiadas cosas en mi o que el momento lo pide pero me está poniendo hasta nerviosa con los besitos. Para relajarme sigo pasando mis manos por la zona de su nuca y jugando con su pelo. A él también le encanta y le relaja que lo haga y por ello sube la mirada buscando el contacto con mis ojos para sonreírme achinando al máximo los suyos.

-Nos tenemos que ir bajando.- intento poner la nota de responsabilidad a esto, aunque no quiero que este momento acabe nunca. Él niega con la cabeza haciéndome cosquillas en la tripa con su nariz y yo río.- ¡Que tienes un partido que jugar!- nada, tampoco le convence eso. Se aferra aún más a mi trasero con sus manos y sigue con su cabeza en mi tripa.- Oye, no seas niño... Hazme caso.- bromeo y recibo un bocado en la tripa por su parte.- ¡Oye!

Ambos nos reímos y me atrae hacia él para que quede sentada en sus piernas.

-Porque tengo un partido que sino... Me pasaría todo el tiempo besándote.- dice para acto seguido besarme.
-Tenemos mucho tiempo para que cumplas eso. Ahora a jugar, ¿vale?- asiente y cojo su cara entre mis manos para besarle.

Abandonamos la habitación de la misma forma en que llegamos, abrazados. En el ascensor por suerte estamos solos y aprovechamos para darnos todos los besos posibles, decirnos cómo de guapos nos vemos el uno al otro y cuánto nos hemos echado de menos.
Hacemos acto de presencia de nuevo en el restaurante del hotel, donde el resto siguen como les dejamos, con Pedri pasando su brazo por mis hombros. Todos nos miran sonriendo y supongo que no hace falta que les contemos lo que ha sucedido allí arriba, la felicidad que irradiamos mi chiquitín y yo habla por sí sola.

meu amor - pedri gonzález Donde viven las historias. Descúbrelo ahora