Capítulo 3

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-Entonces t/n, ¿vendrás?-me pregunta Rosio cruzándose de brazos.

Luego de ver a aquel hombre raro, yo y Rosio no volvimos a mencionar el tema, ella prefería evitarlo, de todas formas, ¿Quién nos creería?, si ambas sabemos en el fondo que lo que sea que hayamos visto no era para nada humano. Por otro lado, ya había pasado una semana luego de aquel suceso y como era viernes era normal que algunos jóvenes del pueblo hiciesen fiestas y Rosio era de esas personas que disfruta de este tipo de cosas, era normal para ella ir pero yo no estaba del todo acostumbrada a ir a fiestas, más bien no era lo mío, lo encontraba aburrido. La ultima vez que fui a una fiesta terminé teniendo una mala pasada porque un idiota no dejaba de molestarme, así que antes de marcharme le había propinado un buen puñetazo en su estúpida cara. No era muy paciente que digamos, sobre todo si se trata de esos idiotas que se quieren pasar de listos.

-No-le sonreí.

-¿Eh?, ¡vamos, no puedes decirme que no, soy tu prima favorita!-me miró con enojo.

-¿Y qué recibiré a cambió?-le pregunté alzando una ceja.

-Ah, ¿Qué quieres?-pregunto entornando sus ojos.

-Quiero...am...que me invites a comer a un local de comida rápida, ¡y poder comer lo que yo quiera!

-¿Que?, ¡comes como cerda!-exclamó-me dejarás sin nada.

-Pues que te vaya bien allá-le saqué mi lengua.

-Bueno, ¡pero que tu pedido no exceda el dinero que llevaré!

-Okey, pero que quede claro que quiero como mínimo dos hamburguesas, hazte una idea-sonreí.

-Si, si, como sea, vendré con mi novio a buscarte, y quiero verte lista-me miró con seriedad.

-Hecho-dije sin más.

-Bien, ya me voy, te veo en la noche querida primita-dijo yéndose.

Yo fijé mi vista en el maizal, no había olvidado lo que había visto ni tampoco tenia pensado olvidarme de aquellos hechos. Había pasado la semana entera frente a la ventana de mi habitación con mis binoculares patrullando todas las noches aquel lugar, pero no había movimiento alguno por parte de los sujetos que rondaban esa granja abandonada. Supuse que solo reaccionaban con personas ya que en toda la semana nadie se había adentrado por ese lugar y las cosas parecían tranquilas. Aunque aún no me explico por qué aquel sujeto se acercó esa noche a nosotras.

-¡T/n a almorzar!-escuché el grito de mi madre desde la cocina a lo que yo reaccioné entrando a la casa.

...

Luego de almorzar me la pasé la tarde frente a la ventana dibujando. De lo poco que me quedaba para terminar mi obra fui interrumpida por mi abuela quien entraba a mi habitación. 

-Cariño, dejaste tu muñeco en el sillón. 

Me lo entregó y yo lo recibí.

-Gracias abuela, por cierto, ¿Quién me regaló este muñeco?-pregunté observándolo.

-No lo sé, no recuerdo que algún familiar te lo haya dado, solo de un momento a otro llegaste con él y como vimos que le tenias tanto apego dejamos que te lo quedases.

-No recuerdo de donde salió-murmuré.

Ella sonrió. 

-¿Quieres helado?-me preguntó a lo que sonreí como una niña pequeña.

-¡Si!-exclamé.

Luego terminé lo que quedaba de la tarde comiendo helado y dibujando. Como estaba tan centrada en mi dibujo no me percaté de que se me había pasado el tiempo. Para cuando había terminado Rosio ya había llegado junto a su novio.

Entre el maizal (zardyxt/n)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora