02 ¦ Let's just fall in love for the hell of it

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Volverse el vicecapitán de la primera división significó dos cosas. La primera fue perder casi todo su tiempo libre, aquel que utilizaba solo para él, porque ahora tenía amigos y un grupo inmenso de gente que lo apoyaba incondicionalmente. La segunda, y la mejor de todas, fue pasar mucho más tiempo junto a Keisuke.

Ya no solo se veían durante las clases, recesos o tardes de estudio. También tenían salidas ocasionales, ya sea en grupo o solo ellos dos, no le importaba, porque podía estar más cerca del mayor.

La admiración que sentía por él en cada pelea era intensa, casi extrema, y el sentimiento de calma que se instalaba en su pecho cada momento que pasaba por él era reconfortante. Porque aunque Keisuke fuese impulsivo y violento la gran mayoría del tiempo, su presencia era agradable, quizás demasiado.

Las idas directamente a su hogar luego de la escuela quedaron atrás. Ahora Mikey y Draken solían aparecer a la salida, para llevarlos a ambos a alguna pelea, reunión o simplemente porque estaba aburrido. Cuando no era así, ambos se encerraban en la habitación de alguno de los dos, para dar inicio a sus sesiones de estudio que generalmente acababan en risas y chistes.

Chifuyu no cambiaría nada de eso.

Quizás su vida de antes podía ser infinitamente más tranquila y ordenada, sin tantas heridas diarias. No solía meterse en peleas, pero ahora era inevitable, especialmente cuando habían tantas pandillas detrás de la Tokyo Manji y la cabeza de Manjiro.

Aún no tenía el uniforme, porque Keisuke insistía en que quería verlo usar el que solía ser de él en un inicio, y que ya le quedaba considerablemente pequeño. Sin embargo, aún le quedaba algo holgado a Chifuyu, por lo que llegó el día que ya no podían posponer más.

—Quédate quieto un segundo —le dijo Mitsuya, con una cinta para medir entre sus manos.

Keisuke lo había arrastrado a la secundaria del peliplata, sin decirle anteriormente a dónde iba, así que ahora mismo se encontraba parado como una estatua; un poco tenso y nervioso.

—Este tiene que ser el mejor uniforme que hayas hecho jamás —gruñó el azabache, ganándose una mala mirada de Mitsuya.

—Estoy seguro de que Mitsuya-san siempre hace lo mejor —balbuceó Chifuyu, intentando evitar una discusión entre ambos.

Se ganó una pequeña sonrisa por parte del mayor.

—Gracias por eso.

Entonces siguió tomando sus medidas. Keisuke los miraba desde la distancia, sentado en una silla alejada de ambos, para evitar que interrumpa al chico durante su trabajo.

Chifuyu no pudo evitar pensar que parecía un niño pequeño regañado por su madre.

—Ya puedes moverte —le dijo tras un par de minutos en silencio.

El rubio asintió, retrocediendo un par de pasos mientras que Mitsuya se dedicaba a anotar sus medidas en una hoja de cuaderno.

—Voy a enviarte un mensaje cuando esté listo —avisó, mirándolo.

—Estaré atento —le sonrió Chifuyu—. Gracias, Mitsuya-san.

—No necesitas agradecerme.

Tras una pequeña charla entre ambos, llegó la hora en que Keisuke y Chifuyu debían irse; las actividades del club de costura comenzarían en menos de cinco minutos y ellos no podían seguir ahí.

Se despidieron de Mitsuya antes de cruzar la puerta. No recibían segundas miradas a pesar de utilizar el uniforme de otra escuela y no ser alumnos de ahí, seguramente porque Keisuke vivía con la cabeza metida ahí.

Faces • Bajifuyu ¦ ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora