9. ...Y quemarse

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Yibo hizo lo que toda persona temerosa de perder para siempre la relación más importante que tenía en su vida por una simple broma: nada.

Si bien las palabras de Haikuan le habían abierto un poco los ojos haciéndolo dudar sobre su proceder y sus sentimientos trató de ignorar todo aquello. El cambiar algo sobre su forma de convivencia no haría otra cosa que darle la razón a su hermano mayor y estaba muy convencido de que no la tenía. Para nada.

Xiao Zhan era su mejor amigo, como un hermano o incluso más que eso. Si Lulú y Ziyi eran capaz de intercambiar saliva en las fiestas o enfrente de sus prometidos sin que cambiara en nada su relación de amistad, Zhan y él también podían. Además, no es como si de verdad fueran a tener una interacción más íntima. Simples besos no eran la gran cosa. Ellos ya habían establecido la regla de detenerse en cuanto aquello dejara de ser una broma y aún lo era... ¿cierto?

Por su parte, Zhan no podía evitar pensar lo que había ocurrido entre Yibo y él en el baño del restaurante. Lo que había sentido lo inquietaba de sobremanera al principio. La experiencia había sido excitante y divertida al mismo tiempo, varias veces se encontró sonriendo ante el recuerdo y otras tantas tuvo que controlar a su junior que trataba de reaccionar ante la memoria. Nunca se había sentido tan excitado en su vida y todas las cosas que experimentó las adjudicó a la experiencia en sí y no algo relacionado a la persona con que lo había hecho. Yibo era su mejor amigo, tenía la suficiente confianza como para haber hecho algo así, ¿no?

Tampoco quería exagerar su reacción y la prueba de que aquello seguía siendo parte de la broma fue que Yibo no se portó diferente con él, tampoco percibió algún tipo de tensión entre ambos y si para Yibo había sido algo sin importancia, también lo sería para él y decidió guiarse por las reacciones del menor para saber en qué momento estaban yendo más allá de lo... ¿normal?

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Los días siguieron pasando con relativa normalidad entre ellos. Ninguno consideró necesario renunciar a sus castos besos en los labios. Porque eran castos, todo totalmente inocente. Incluso una noche jugaron a ver quién era el que robaba más besos del otro, sorprendentemente olvidaron llevar la cuenta y nadie se declaró vencedor de aquella competencia, aunque ambos fueron a dormir con una enorme sonrisa en su rostro.

La boda de Hai y Lulú se acercaba para aquel fin de semana, cuando Zhan se dio cuenta que al ser miércoles aún no tenía una cita a la cual llevar a la fiesta se sintió un tanto estresado, se supone que a esos eventos se asiste bien acompañado, pero por más que lo pensó simplemente no le convencía ninguno de los nombres que tenía en su agenda. Después de revisarla de ida y vuelta un par de veces decidió preguntar a Yibo si podían ir juntos como solteros empedernidos y ya conseguirían algo dentro de los invitados.

-Cariño, ya estoy en casa – saludó Zhan.

-Ven aquí, cosita... - Yibo ni siquiera terminó su saludo. Su examen profesional estaba programado para el siguiente lunes, justo después de la boda y cada día se sentía más perdido, como si cada cosa que lograba entender desplazara diez anteriores que ya había estudiado por lo que el estrés se estaba elevando a niveles peligrosos.

Zhan lo encontró en el gran sillón rodeado de libros, su portátil y hojas por todos lados. En sus manos sostenía otras tantas carpetas y ni siquiera lo había mirado un instante. Se colocó frente a él con la esperanza de llamar su atención por su insistente presencia, pero nada. Iba a desistir pues notaba que en verdad estaba ocupado, pero sus ojos se negaban a separarse del castaño.

Su rostro era serio y tenía una expresión fría que lo hacía lucir misterioso. Sus ojos claros concentrados en los papeles frente a sí denotaban inteligencia, parecía una clase de empresario importante. Entonces Yibo llevó uno de sus bolígrafos cerca de su mentón, sus labios susurraban palabras ininteligibles, pero el movimiento de estos era hipnotizante, esponjosos, suaves... dulces. Zhan sabía que eran dulces porque ya los había probado en un par de ocasiones y le habían gustado. La forma en que se adaptaban a los suyos y se movían en sincronía. La lengua de Yibo jugando con la suya de manera apremiante.

Era Una BromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora