La caída de un soldado.

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Tendría problemas de caída de cabello si seguía viviendo aquellas situaciones de estrés, estaba seguro de ello.

Aquel cuento de "estoy distraído, Kiki" "eres mi chico más favorito en el mundo" "volveremos a ser como antes, lo prometo" sonaba como una vil mentira para tranquilizar a un niño pequeño de un berrinche.

¿Por qué no podía decirle que le aburría esas cosas? ¿Por qué no intentar algo distinto? ¿Y si su hyung ya creció tanto que las cosas que hacían ya no le divertían?

Ahora, en ese momento, estaba triste.

Los demás se encontraban en la sala, corriendo, jugando o probablemente ignorandose e burlándose entre ellos, quizá las dos o última opción.

Su estado de ánimo impedía cualquier movimiento o habilidad del habla, solo deseaba poder unirse al mundo de los sueños, donde los sentimientos y pensamientos ya dejaban de existir y solo había silencio absoluto.

Dormir era sastifaccionario para un corazón lastimado.

─¿Niki? ─la dulce voz de Jungwon resonó en la habitación a medida que la puerta era abierta.

No tuvo que moverse mucho para ver como la cabellera castaña del mayor se asomaba por el espacio disponible.

─¿Paso algo, Hyung? ─hablo perezosamente, su voz siendo opacada por las sábanas.

─Solo venía a ver como estabas, hoy nadie me molesto por usar sandalias con medias. ─agregó con gracia, callandose a los segundos al no notar compañía.

Observó al rubio recostado en su cama, con los ojos cansados y sus manos contra su pecho, muy abrigado a pesar de que la estufa estuviera prendida.

Se acercó, con pasos lentos hacia el menor, recostandose a su lado, abrazando su cuerpo.

─Hyung siempre estará para ti, Niki. ─susurro en voz baja, acariciando los desornados cabellos contrarios.

Pronto sintió un cuerpo temblar, y lágrimas mojar la almohada, unos brazos aferrándose a él.

No volvieron a hablar en lo que quedaba de la noche, estuvieron abrazados, con el más grande cantando una dulce canción en voz baja, con Niki siguiéndola con lo que le quedaba de voz, hasta finalmente quedar dormidos.

Esa noche, Nishimura lloro, por el cansancio, por el agotamiento, por las largas horas de entrenamiento y la dieta que seguía. También por el doloroso sentimiento de estorbar en la vida de Kim Sunoo.

𝗥𝗲𝗰𝗵𝗮𝘇𝗮𝗺𝗲 ;SunKiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora