Finalmente.

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Nishimura abrió los ojos en grande por la sorpresa de encontrar a su hyung parado en medio de su habitación, con las manos hechas puños y su cabello y atuendo en perfecto estado.

Su suéter parecía haber sido planchado en constantes ocasiones.

Pudo ver a Sunoo dudar al verlo, volteando casi por instinto hacia la puerta.

Pero también vio determinación en sus acciones, en cuanto en vez de avanzar, retrocedió.

Pronto, tenía al chico de tiernas y apretables mejillas a centímetros de su cuerpo.

—¿Sunoo hyung? —habló confundido.

—Niki, escúchame. —finalmente, la voz del mayor se hizo notar, consiguiendo que la curiosidad del japonés aumentará— Tengo que confesar algo.

—¿Qué cosa? —los ojos del más alto brillaban en intriga, en desconcierto.

Sunoo observó detenidamente su rostro, desde aquella nariz con forma de botón pero al mismo tan elevada que provocaba envidia, su piel liza y brillante, sus labios levemente presionados entre sí por las millones de preguntas que evitaba soltar.

Y en ese momento, en que Niki se mostraba frente a él, como era, como lo había hecho en demasiadas ocasiones, demostrando quién en realidad era Nishimura Riki.

Solo un adolescente que fue obligado a esconderse, que fue obligado a dejar a su familia y amigos, reduciendo su círculo sociable a aquellas siete personas, que en algún momento, dejaron de ser compañeros a ser parte de su día a día, su familia, parte de él.

Entonces, cuando Niki dejaba de lado aquella capa de energía y diversión que siempre cargaba ante una cámara, se sentía especial.

Porque se abría a él, dejaba aquel super traje y le enseñaba, con el corazón en la mano, el camino a su verdadero yo.

Una persona con inseguridades y miedo, alguien que prefería pasar la tarde abrazado a alguien mientras veían series largas pero sencillas de comprender.

Una persona que adoraba resaltar cuando alguien se veía bien porque en el fondo sabía lo feo que era sentirse mal con sigo mismo.

Nishimura era alguien tan hermosamente gris, que habían logrado gracias a caricias, susurro y miradas, el corazón de Kim.

Es por esto, que dudo.

—Me gusta alguien, pero no soy capaz de confesarme, porque no me siento listo para lo que pueda pasar luego, porque no quiero escuchar su rechazo y que deje de ser conmigo como lo es. —sus ojos se llenaron de lágrimas que trataba con todas sus fuerzas, evitar que caigan.

Pronto los delgados brazos de su menor lo envolvieron, transmitiendo en aquel sencillo roce, todo su apoyo.

—Sunoo Hyung, ¿Por qué esperaría el rechazo? Es imposible decirle que no a usted. —bromeó, logrando que una pequeña risa escapara de sus labios.— Cualquier persona seria afortunado de salir contigo.

—¿Incluso tú? —respondió sin pensar, tensando su cuerpo por completo al darse cuenta del error.

Se había delatado sin intenciones.

—Yo seria el más afortunado.

Y todo se detuvo.

𝗥𝗲𝗰𝗵𝗮𝘇𝗮𝗺𝗲 ;SunKiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora