En un salón de aquella conocida preparatoria, se encontraban dos chicos peculiares, el azabache escribía en su libreta, lo común, pero a su lado esta un albino, su compañero y de quién se inspiraba al escribir su más trágicos y melancólicos relatos.
El albino aburrido miró fijó al azabache, admirandolo, ahora fijó su mirada en la libreta e intentado ver lo que escribía, de esto se percató el azabache y cerró rápidamente la libreta dejando de lado el lápiz, le miró a los ojos sin apartar la mirada, el albino hizo lo mismo, ambos se miraban fijó, el albino sonrió juguetón, alzó su mano dejando ver que tenía el lápiz del cual escribía el contrario. Entre risa se levantó y corrió al ver la mirada molesta del azabache.
Su risa juguetona se escuchaba por todo el salón vacío, su corazón rebosaba de alegría y de adrenalina de ser pillado, su mente tan blanca que ningún pensamiento frustante podría penetrar.
— ¡Dámelo! — Gritó con molestia, aunque en el interior le gustaba ese lado del albino.
— No — Respondió sonriente.
Pero aquella risa se vió interrumpida por ser acorralado en un rincón, ni cuenta se dio, ahora solo sentía miedo recorrerlo.
Fue acorralado, el mayor extendió su brazo para que le diera el lápiz, el albino lo meditó, podría zafarse, pero ¿Cómo? Miró al azabache, este tenía una mirada furiosa por ser interrumpido en medio de su relato lleno de inspiración.
Antes de que alguno pudiera hacer algo, fueron abruptamente interrumpidos por la llegada de un no deseado invitado.
— !Atsushi-kun...- —Se auto interrumpió el chico alto y castaño, al ver la comprometedora situación de ambos menores, puso una mirada coqueta y una sonrisa de felino contento — Atrevidos.
Y así como llegó, se fue. Sin dar a tiempo a darle una explicación del mal entendido. Solo dejando un violento sonrojo en el albino, y en el azabache nervioso.
Y nuevamente fueron interrumpidos por otro invitado no deseado de cabello en una coleta y pequeño.
— ¡Akutagawa! — Dejó de hablar, alzó una ceja, y un leve rubor, luego solo miró a otro lado apenado —, Sigan.
Y se fue cerrando fuertemente.
Esto sí consiguió sonrojar al azabache, y peor aun estaba el albino, con leves temblores, y de seguro sonrojado por todo el cuerpo.
El azabache consumido por los pensamientos vergonzosos, escapó de ahí con un murmullo del menor, este le estaba entregando el lápiz.
Antes de tomarlo, observó con agilidad que el albino estaba temblando, pero lo escondía, o trataba. Sonrió, no sabía exactamente de que o porque, solo sentía las ganas de hacerlo.
Justo en el momento de tomarlo, afirmó la muñeca del albino y lo aferró a su pecho, dejando descansar su cabeza en el hueco entre el cuello y el hombro derecho, suspirando el olor a sol que desprendía su ropa, y su cabello a té, y el esquisito olor de su piel. Eran pequeños detalles que, sabía bien, nadie lo sabría.
El albino extrañamente se sintió en su lugar seguro, tal vez sea que nunca lo tuvo de pequeño. Ahora lo estaba, y se sentía la mejor satisfacción del mundo. Sentía que los flacos y pálidos brazos del azabache lo envolvía y diciendo, no en palabras, que descansará en él, cuando sea, y calmará en él sus tormentas internas.
Se relajo en el abrigo gris del azabache, llendo su pulmones de su esencia, sus recuerdos tan extraños que los hizo unirse en una amistad complementaría.
El como el azabache odiaba las mandarinas y a él le encantaban, por una discusión, una junta inesperada de un castaño de sonrisa felina, y de un reproche de un bajo pelinaranja. Aunque sin ésto, ellos no se hubieran conocido, no hubiera nacido en sus emociones juveniles una torbellino que revolvía todo si se trataba de la otra persona.
— Ryu — Susurro a lo bajo, para escuchar el latir calmado del azabache.
— ¿Si? — Respondió en un flojo murmullo, sin dejar de mezclarse en el aroma del albino.
— Regálame tu abrigo — Una sonrisa melancólica posó en su rostro, que nadie pudo ver.
Él en realidad quería su corazón.
(…)
Espero les guste, esto tendrá mucho romance y drama, y tal vez un poco de comedía.
Esto es para ti cariño Matt_jskdsk <3