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Se encontraba atrapado entre ese color otoñal, sin palabras coherentes pasaban por su mente, nervioso utilizaría los insultos que se le vinieran a la cabeza.

- Me asustaste, idiota.

El castaño dio una risita nasal, formándose en su fríos labios una sonrisa de dulzura.

- Te encontré.

Murmuró en un tono que extrañó al pelinaranja, creía que le miraría de otra forma, una mirada llena de malicia y burla, no esta, una de un toque melancólico.

- Ya que te encontré, ¿Harías cualquier cosa que te pidiera?

- Depende de lo que me vayas a pedir.

El castaño río juguetón, cambiando la mirada a una de malicia. Chuuya se estaba sintiendo incómodo con la cercanía, con cautela movió su mano y con firmeza sostuvo el cuaderno que antes había caído a su lado, esperaba cualquier movimiento que le pusiera inseguro para escapar.

Al parecer no tuvo que esperar mucho para ello, ya que mientras el castaño iba a hablar de la petición, movió su pierna demasiado cerca de la del pelinaranja, y este por un escalofrío e impulso lo golpeó en la cara con el cuaderno, esto hizo que el castaño dejará de hablar y se levantase dando un quejido de dolor. Chuuya, por simple impulso se levantó y corrió en dirección a la puerta, y salió.

Con la adrenalina en todo su cuerpo, corrió, corrió y corrió. No se dio cuanta de que parte del recinto estaba

Hasta que una brisa fresca le acarició el rostro y removió gentil su rebelde cabello. Estaba en el patio, el mullicio hizo eco en su mente, veía a los demás conviviendo, disfrutando de ser feliz.
Un recuerdo similar lo arrulló, su madre Kouyou Ozaki, tan conocida, por lo cual varios niños de todas las edades iba su casa, a él lo veían como el "hermano mayor" lindos recuerdos de su niñez, después su madre adoptó a quien ahora es su hermana. Tal vez por eso es así, se acostumbró a proteger y dar cariño a cualquier que lo necesite, tal vez por eso se sentía con el deber de proteger a su seres queridos, tal vez por eso da todo de si sin esperar nada a cambio, tal vez por eso se sentía con la presión de demostrar poder con todo. Tal vez ser proclamado hermano mayor le traía tantas decaídas, tal vez por eso se sentía incapaz de admitir algo que le rebajase el orgullo, aunque sea algo sincero.

no podía, tenía que ser fuerte. Tenía que ser quien protega la familia.

Tal vez fue porque él no estaba.

(...)

Los ojos violetas lo captaron.

- Oh Atsushi. - Le llamó, el mas alto miró al albino observándolo detenidamente, poniendo nervioso a Atsushi.

Al final le sonrió, alejándose un poco del pelinegro, le extendió el brazo y con una exclamación de alegría se presentó.

- Nikolai Gogol, para servirte pequeño.

Atsushi nervioso, le sostuvo la mano con leves temblores.

- Atsushi Nakajima, un gusto Gogol-san.

Al sostener la mano contraría, el de trenzas no paró de sacudir el brazo de arriba hacia abajo, con emoción lo hacía, hasta quien no había hablado lo hizo, haciendo que el de trenzas le mirará con malicia.

Quien había hablado con nerviosismo, se posicionó en frente de Atsushi, mientras Gogol observaba todo atento como si fuera un show.

Dedicado a tí -Shin soukuko-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora