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Nada menos que Dazai Osamu se le ocurriría hacer una pijamada improvisada en plena semana cuando al otro día tendrían clases, solo a él y al trío que le sigue.

Y con ello nos encontramos en la casa del castaño, este con una gran sonrisa presentándole su casa a los menores, el pelinaranja ya la conocía desde hace mucho.

— ¡Taran! ¿Qué tal? — Exclamó emocionado.

El azabache miraba a todos lados en silencio, a lo contrario Atsushi miraba asombrado cada cosa.

— Es realmente bonita su casa, Dazai-san — Sonrió en grande, mirándole.

La primera planta tenía su encanto, repleto de plantas y cuadros abstractos, era la sala suponía, y al fondo tal vez la cocina.

Dazai le sonrió.

— Gracias, Atsushi-kun — Al fondo escuchó un "tch", y tenía una sospecha de quien pudiera ser. — Mejor subamos y dejen sus cosas, vamos.

Subió las escaleras que daban al segundo piso, y con el peso las tablas rechinaron, Atsushi aquello le dio un escalofrío, antes de dar un paso a un escalón el azabache le ganó y subió antes, al llegar arriba este le miró retador, el albino le sostuvo la mirada, y al subir un pasó siguió, el azabache se alejaba de la orilla del precipicio, el albino aceleró el paso y al llegar arriba el azabache caminaba no tan lento pero también tan rápido, el albino dio un paso y el azabache comenzó a correr a la habitación del fondo del pasillo la cual era del castaño, el albino aceleró también.

Este pequeño juego improvisado entre ellos dos, consistía en darse miradas retadoras y hechar a correr y quien tocará algo antes que el otro ganaba. Pero Atsushi le gustaba llamarlo "gato y ratón"

Akutagawa dio un golpe al marco de la puerta, mientras se giraba, el albino llegaba, unos pocos centímetros los separaban en ese corto lapso de tiempo que captaron sus ojos. Cayeron al suelo siendo la mochila del azabache que amortigua la caída, mientras el albino cayó encima del pecho del mayor, al levantar la mirada se encontró la del azabache, se sonrojo pero sonrió de alegría y una risitas nerviosas salieron.

No esperaba escuchar la tímida risa del azabache.

Ahora era su sonido favorito.

Sentía la punta de sus orejas calientes, los labios secos y sin ninguna palabra para describir con palabras lo que aquello le hizo sentir. Pero con un gesto sí, pero la inseguridad le hizo dudar, y tan solo se levantó.

Y allí, de primer espectador fue Dazai, con su sonrisa felina, se sintió avergonzado.

Y a mitad del pasillo miraba Chuuya, al igual con una sonrisa, aunque más cariñosa que le daba el castaño.

con los nervios a flor, prefirió observar la habitación. Todo era relativamente normal, lo que observó más de la cuenta fue el gran ventanal que que daba al patio trasero, el cual en ese época estaba seco, y con ello  habían hojas secas desparramadas por todos lados.

Miró al castaño con ojitos luminosos.

— ¿Puedo?

Dazai antes de responder a esa simple pregunta, miró a los otros integrantes que estaban husmeando por su habitación, y sonrió con inocencia.

— Claro, ve con Akutagawa. — Dijo lo más alto posible para el azabache le escuchara.

Y así fue, ya que este miró a su dirección confundido. El albino con un leve rubor, dejó su mochila en suelo a unos metros de la cama y se aproximó a la puerta, con una sonrisa dijo:

— Vamos, Ryu. — Salió por la puerta y unos breves segundos le seguía el azabache.

Atsushi no conocía la casa realmente como para conocer la orientación del patio, pero por sus sentidos agudos, supuso que el patio estaría por la puerta que estaba en la cocina, fueron allí y así era.

Dedicado a tí -Shin soukuko-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora