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Había pasado casi un mes desde que Hoseok fue dado de alta del hospital, el dolor había abandonado su cuerpo. El sentimiento de vacío por parte del joven era más psicológico que físico. 

Lo único que le hacía olvidar que su vida estaba arruinada era la pequeña niña en sus brazos. Yerim todavía necesitaba de toda su concentración y amor. No tenía tiempo para estar deprimido, ni por el presente, ni por el futuro, y mucho menos por cosas que no podía controlar.

Cuando la niña se quedó dormida, la acostó en su cuna y empezó a tararear una canción que había escuchado de Taehyung anteriormente.

Una noche silenciosa viene buscándome.
Y cuando miro a través de la ventana con una mirada vacía.
Veo que las nubes continúan pasando en este momento 
Y vuelvo a cubrirme con mis sábanas
La noche se torna cálida y confortable para mí.
Lentamente, lentamente, la noche desaparece.
¿Puedo ir a la cama y dormir está noche?
¿Puedo recostar mi cuerpo en ti ahora?
Regresaré para escuchar otra historia de mi mismo.
¿Puedo recostar mi cuerpo en ti está noche?
Día y noche pienso en ti en mi sueño.

Sin previo aviso, las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas, todavía le dolía el pecho de la misma forma que el día en el que su madre le había dicho que le habían extirpado el útero.

Lo peor vino después, cuando vio a Taehyung y supo que lo amaba. Por las condiciones en las que se casaron no pensó que lo iba a llegar a amar. Lo respetaría, trataría de ser amable, porque eso se supone que hacen las esposas y esposos, pero amar a alguien a quien no conocías, lo veía imposible; aún así, terminó enamorado de su esposo.

Terminó amando al hombre, al hombre que tarde o temprano perdería. Taehyung le sonrió y fue amable con él como siempre. Esta vez, cuando salió del hospital, lo esperó afuera y lo llevó a casa en su propio vehículo.

En casa, Taehyung le abrazó mientras Hoseok lloraba y le pedía perdón. Él fue tan amable al decirle que no había sido su culpa, pero Hoseok sabía que si hubiera atendido los pequeños dolores a los que llamó cólicos, tal vez podría tener un futuro con su marido. 

—Es noche, ven a la cama Hoseok —Taehyung apareció en el marco de la puerta, se volvió una rutina encontrarse ahí por las noches. 

Hoseok de nuevo lo rechazó, no podía compartir la cama con Taehyung; no podía seguir fingiendo que todo estaba bien, tarde o temprano terminarían separándose. Actuar como esposos enamorados sería como esperar la agonía.

Su, todavía esposo, estaba siendo amable al darle un tiempo de luto, antes de pedirle el divorcio pero ese día llegaría tarde o temprano y quería estar preparado para no dejarse derrumbar. Al menos esperaba poder llevar a Yerim con él.

Si Taehyung pedía la custodia, con sus influencias, sabía que la ganaría, y él moriría de tristeza. Taehyung podría tener otros hijos, él sólo tenía a Yerim.

—Por favor, ven a la cama —volvió a pedir Taehyung de forma amable.

—Quiero estar con mi hija todo el tiempo, ¿no puedes entender algo tan sencillo como eso? —el tono de su voz sonó más molesto de lo que se esperaba.

—Hoseok ven a la cama ahora —esta vez parecía una orden.

—Pasaré aquí la noche, si despierta quiero estar a su lado.

—Si despierta Whein puede hacerse cargo, para eso le pagamos.

—Pero yo quiero…

—Maldita sea Hoseok, vuelve a la maldita cama —el esposo parecía que luchaba por no alzar la voz.

Pez dorado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora