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Empezó a quitarse la ropa bajo la mirada excitada de Taehyung, hacía meses que no habían tenido sexo así que estaba algo nervioso. Su cuerpo había cambiado, aún no había bajado de peso y tenía dos horribles cicatrices; la primera que recorría gran parte de su abdomen en forma lineal y la segunda en su pierna que tenía una forma circular.

Le dio la espalda a Taehyung y terminó por desvestirse, luego miró a la cama y caminó hacia ella para sentarse en el borde.
Taehyung todavía luchaba para quitarse los zapatos, pero la parte superior de su cuerpo estaba completamente desnuda, Taehyung tenía varias cicatrices por arma blanca, pero todas pequeñas y superficiales. Nadie había llegado tan lejos para hacerle una herida grave.

Se acostó en la cama y alzó los brazos al aire, esperando ansioso por tener el cuerpo de su esposo encima de él y poderlo abrazar. Iba a disfrutar esto sin lamentaciones, no fingiría que todo estaba bien, porque cuando menos lo esperará iba a salir lastimado. Pero nada podía impedir que disfrutara con su esposo el tiempo que les quedaba juntos hasta que Yerim fuera un poco más grande.

El esposo se colocó entre sus brazos, su cuerpo fornido le estaba aplastando ligeramente, acercó su rostro para besarlo, primero suave, sus boca moviéndose poco a poco, hasta que finalmente la lengua de Kim se coló más al fondo y exploró la cavidad bucal. Hoseok estiró sus piernas poniéndolas alrededor de las caderas de Taehyung, frotándose contra la ingle del esposo, como si ondeará su cuerpo.

Cuando los labios de Taehyung abandonaron su boca en busca de oxígeno, Hoseok apenas y pudo ocultar sus gemidos. Las manos de Taehyung frotaron sus pequeños pezones que se ancharon por las caricias.

—Me encantas —comentó Taehyung repartiendo besos en su cuello y bajando poco a poco, dejando una línea de saliva que iba desde el cuello hasta el ombligo—. Ya no quiero pelear contigo, ni que huyas de mi.

Hoseok sólo dejó escapar ligeros gemidos y un: —Me parece bien.

Cuando finalmente Taehyung engulló su pene, Hoseok alzó sus caderas embistiendo la dulce boca y poniendo sus manos en el cabello castaño de ligeramente corto de su esposo hasta que empezó a sentir que su orgasmo su acumulaba y su sistema exigía vaciarlo.
Soltó su cabello y llevó sus manos a su propio cabello pasando sus manos en el una y otra vez, mientras que sus piernas se colocaron alrededor del cuello de su esposo, corriéndose finalmente y los espasmos apoderándose de su cuerpo.

Kim apenas le dio tiempo de recomponerse, le dio la vuelta y colocó sus manos en la cintura para alzar su culo. Sin fuerzas, Hoseok sólo recostó su cabeza en una almohada mientras Kim frotaba su pene entre sus nalgas y besaba la línea de su espalda, dándole cosquillas y al mismo tiempo un placer inexplicable que lo puso duro de nuevo.

Kim se detuvo por unos segundos y después Hoseok sintió la humedad del orgasmo de su esposo entre sus piernas.
De nuevo Taehyung le dio la vuelta y lo miró a los ojos, luego sonrió hermosamente y bajó su rostro para besarlo, suave y lento como a Hoseok le gustaba. Kim movió sus manos hasta las piernas de Hoseok y las alzó llevándolas a su hombro, después sin dejar de besarlo, empieza a penetrarlo con sus dedos, moviendo los dígitos en un mete y saca bastante ansioso y desesperado, haciendo un sonido obsceno.

Después de unos segundos retira los dedos y finalmente los sustituye con su miembro. Hoseok le muerde el labio rompiendo el beso y gime con fuerza, sus piernas se aferran cada vez más a las caderas de Taehyung y levanta sus manos para sostenerse del respaldo de la cama, y entonces empieza a mover las caderas como si danzara.

Taehyung vuelve a besarlo, es el tipo de hombre que no puede dejar de besarlo, como si aquel pequeño acto los uniera más de lo que ya están.

Cuando Hoseok abrió los ojos, Taehyung estaba a su lado todavía. Sonrió y pasó su mano por el rostro masculino de su esposo para delinear sus rasgos. Después le dio un pequeño beso en la comisura de sus labios.

—Te amo —susurró y volvió a cerrar los ojos, no tenía las intenciones de levantarse, ni de despertar a su esposo. Pero no pudo conciliar el sueño.

Esperaba que Taehyung regresará a su hija ese mismo día o se moriría de la ansiedad.
Se arrepentía de haberla puesto en peligro pero había estado tan asustado de perderla que no pensó racionalmente.

Aunque no creía que hubiera una razón racional que pudiera aceptar en la situación que se encontraba. Taehyung le había insistido para que confiara en él pero no podía confiar ni en su propia sombra. No cuando su mundo estaba regido por las leyes de la mafia.

Kim Taehyung debía tener un hijo varón si quería prosperar en este mundo y él era un obstáculo en medio del camino a su éxito. Sabía que Taehyung no lo engañaría y tener un hijo bastardo estaba fuera de las reglas de los supuestos hombres de honor, así que la opción estaba fuera de sus posibilidades, la opción lógica era el divorcio.

Si Taehyung así lo quería estaba dispuesto a dárselo de forma pacífica, y no es que no lo amará lo suficientemente sino todo lo contrario. Iba a sufrir pero si Taehyung estaba feliz, entonces él podía superarlo, siempre y cuando no le arrebataran a su hija.

Cuando Taehyung se removió en la cama y finalmente se levantó, Hoseok fingió dormir, hasta que escuchó la regadera sonar. Entonces se levantó y se unió a su esposo, abrazándolo por la espalda

—¿Quieres que talle tu espalda? —Taehyung asintió de forma coqueta y después le dio un beso en los labios mientras el agua los empapaba.

Por la tarde finalmente Yerim estuvo de nuevo en sus brazos, no la había tenido cerca por varios días y habían sido como el infierno. Tenerla junto a él de nuevo le hizo creer que todo estaba bien y le hacía más feliz. Yerim ocupaba la mayor parte de su tiempo y lo valía cada segundo.

La dejó en su carriola y empezó a mecerla con uno de sus pies, mientras se acomodaba en un sillón y miraba los peces frente a él. Podía jurar que habían más de doscientos, no recordaba cómo habían llegado la mayoría y a veces olvidaba sus nombres pero le encantaba observarlos.

Esos pequeños peces se sentían como él; tal vez por eso le gustaban demasiado, los animales aparentemente iban de un lado a otro de forma libre, pero su espacio estaba limitado, sin importar que tan grande era la pecera. Él, era un pez y la mafia, la pecera.

Pez dorado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora