Capítulo 2

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Fue esa noche

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Fue esa noche.

El podrido lugar estaba más lleno de lo normal, la lluvia había hecho que la gente se refugiara ahí, gente que ni siquiera sabía que unos chicos sin planes a futuro se reunían ahí para tocar canciones poco profundas.

No la noté al principio. No había nada que resaltar, no había nada que me interesara más de lo normal pero ella estaba ahí.

Me enteré luego que no era la primera vez, que había comenzado a ser una regular por las pasadas semanas. Pero nunca se mostraba emocionada o atraída por la emoción de los demás.

Solo se quedaba ahí parada observando todo.

La noté luego de un par de canciones.

El sudor estaba empezando a bajar por mi espalda, mi garganta ya empezaba a arder un poco exigiendo un poco de agua y las luces ya estaban comenzando a hacer que mis ojos ardieran.

La noté siendo la única que no se emociona. Un punto negro entre la masa de gente.

Me pareció extraño tener la sensación de que ya la había visto antes cuando, en realidad, no podía estar más seguro de que eso no había pasado.

La noté al sentir por su mirada que estaba decidida a hacer algo con desesperación pero que su cuerpo se lo impedía.

La noté porque de entre todo el mar de gente tratando de llamar mi atención con gritos y bailes, ella solo estaba ahí, parada, mirándome intensamente, exigiendo como nadie más atención de mi parte.

No hice nada. Seguí con lo mío y el pequeño concierto terminó.

Fumé mi cigarrillo esperando a Lio y Ben y luego nos fuimos a casa.

Hice lo mismo todos los días por lo que fueron como 2 semanas. Y cada noche, cuando el alcohol nublaba la vista y el cuarto estaba más lleno de humo que de aire, sentía su mirada.

Ella estaba ahí y lo dejaba saber sin siquiera moverse o mostrar ni una sola expresión.

Era intrigante, más porque su rostro parecía aún muy joven.

Nunca fui bueno adivinando edades con rostros pero ella definitivamente no tenía edad suficiente para estar en un lugar como aquel, a esas horas de la noche, sin nadie a su lado.

Pero nunca hizo nada para acercarse. Aunque ella realmente quería hacerlo, no se movió ni un centímetro de la barra al otro lado de la plataforma.

Y fue cuando empezó nuestra primera competencia.

Quien cedería.

Quien se acercaría primero al otro.

Cuando empezó la tercera semana fue cuando el primer cambio ocurrió.

Siempre llegaba media hora luego que el concierto comenzara, se escabullía entre todas las personas para pararse en el mismo lugar. Con sus manos dentro de un suéter gris, una camisa gigante debajo y unos jeans gastados que lograban resaltar sus botines negros de cuero que tienen más plataforma de lo que cualquiera podría conspirar normal.

Si hubieras decidido quedarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora