El ambiente se siente libre.
El aire fluye tan libremente mientras siento cómo mi cabello se pega a mi rostro debido al sudor.
A pesar de la gran brisa que entra por las ventanas del viejo edificio, mi cuerpo está caliente por la adrenalina, por la cantidad de gente que está gritando y saltando al ritmo de la batería.
Mis ojos se cierran cuando el solo de bajo resuena por los gigantes altavoces que están por todo el lugar.
La gente anima a Lio que se mueve mientras sus dedos se deslizan sobre las cuerdas.
Las letras de la canción salen con tanta natural de mis labios que no tengo que pensar realmente en ellas.
Cada célula de mi cuerpo vibra y deja salir cada sentimiento escrito en esas viejas partituras en mi habitación.
Nunca le había prestado mucha atención al público, las luces y el humo logran crear una barrera entre ellos y el improvisado escenario.
Pero cuando ella estaba ahí, parada, con sus botas y su suéter gigante era imposible ver algo más.
Habían pasado casi dos semanas desde que completamos juntos la primera cosa de su lista.
No me había contactado ni una vez desde entonces ni mucho menos había hecho acto de presencia, hasta ahora.
Pero esta vez no mira al escenario seria, sino que hay una pequeña sonrisa con los labios sellados en su inocente y pequeño rostro.
Su cabeza se mueve un poco con el ritmo de la música.
Y sus azules ojos no se despegan de los míos, ni los míos de los suyos.
Puede ser porque este día ha sido un día de altibajos emocionales o porque simplemente su presencia me anima a sentir con más intensidad cada palabra de las canciones cuando salen de mis cuerdas vocales hacia el público.
Mi cuerpo se mueve con más facilidad que muchas veces, mi cabeza se mueve al ritmo de la música, y unas increíbles ganas de gritar invaden mi cuerpo cada vez que una pequeña sonrisa se escapa de sus rojizos labios.
Lio y Ben notan mi emoción, logrando que se contagien en ella, llevando el concierto de hoy a otro nivel.
La música más fuerte, la gente gritando y saltando más que nunca y las emociones de todos a flor de piel, como si todos sintieran que ese momento debería de ser eterno, esperando inocentemente que esa euforia no desaparezca nunca.
La última canción termina con una gran ovación de las personas ebrias.
Los chicos que nos ayudan con el bar empiezan sacan las hieleras con cervezas heladas, y empiezan a caminar por el gran mar de gente para venderlas. Las luces de colores y la música saliendo de los altavoces muestra que a pesar de que el concierto en vivo ya terminó, que la fiesta aún continúa.
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Si hubieras decidido quedarte
Ficção AdolescenteFinn Lin es un pelinegro de 24 años que pasa sus noches tocando música en un edificio de mala muerte con sus dos mejores amigos. Sus noches son todas iguales: música fuerte, alcohol por todos lados y drogas, muchas drogas. Fue una noche que todo em...