Dulce Sabor Amargo

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—¡Muévete, mocosa! ¿Acaso crees que ese piso se lavara solo?

—¡Sí, capitana!

Recogí el balde con agua y me dirigí al lugar donde se encontraban las provisiones. Me sorprendió ver que solo quedaban unas cuantas cajas. No tenía idea de cuánto tardaría llegar a nuestro destino.

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—¿Todo bien Jericho?

—Sí, capitán. Hago todo lo posible para que nuestros invitados hagan sus deberes.

—Bien hecho... Dime, Jericho. ¿Crees que mis camaradas sigan vivos?

—Si es que aún no han deshecho la maldición por su cuenta es probable que aún sigan vivos, pero a usted le fue peor, capitán... A usted le han quitado su...

—Mi nombre le hace honor a mi pecado, me segué por las riquezas, quería ser el hombre más rico de todos. Ese fue mi error, pero no me arrepiento de haberte conocido. Me recuerdas a mi hermana menor.

—Capitán, usted sabe perfectamente lo que yo siento por usted.

—Lo sé... Sabes qué hacer, Jericho.

.

Observé las cajas con las provisiones preocupada. Quería saber para cuántos días más tendríamos la suficiente comida para todos.

—Solo quedan para tres días...

—¿Qué es lo que haces?

Su voz provocó que soltara la caja de provisiones del miedo. Aún no me acostumbraba a que saliera de la nada.

—Te pregunté qué es lo que haces.

—Revisaba cuánta comida nos quedaba.

Esa expresión. Nunca cambia.

—Ese no es asunto tuyo. Vuelve al trabajo.

—¡S-sí, capitán!

Recogí las frutas que había tirado, pero mientras lo hacía él me interrumpió.

—¿Sabes algo? Extraño viajar por el mundo y probar el dulce sabor amargo de la cerveza que me encontraba en mis viajes.

—¿Eh?

—Estando de esta forma no puedo volver a disfrutar su sabor.

—¿Por qué me cuenta eso?

—Creí que te interesaría saber más de mí. No todos los días secuestro a una chica que me admira.

Lo observé rascarse sus mejillas tiernamente. Me había parecido tierno aquel gesto. Pero eso no quitaba el hecho de que él tenía razón. Él me había secuestrado.

—Está equivocado. No me interesa saber algo de la persona que me secuestro.

—Qué raro. Ayer no parecías decir lo mismo.

No pude evitar sonrojarme. Tenía razón. Había demostrado mostrar interés en él.

—¡¿Usted qué va a saber de los sentimientos de las chicas?! ¡Usted solo secuestra a las personas! Apuesto a que toda su tripulación son personas secuestradas.

—Vuelve al trabajo.

Antes de que pudiera decir algo él había desaparecido. Será un buen momento para pensar en cómo salir de aquí.

.

—¿Qué es lo que haces aquí, Helbram?

—Durante todos estos años he estado buscándote para decirte cómo detener la maldición que nos haz provocado.

—Lo sé, lo sé. La única forma de deshacer la maldición es que estemos todos aquellos  como aquel día y devolver el amuleto. Pero tengo malas noticias para ti, no he encontrado el amuleto y tampoco a los que estuvieron ese día.

—Sé dónde está Arlequín y Meliodas.

—No sirve de nada saber dónde están sino tengo el amuleto. Y ahora no está en mis planes buscarlo. Necesitamos ir por provisiones para mis hombres

—Tal vez si buscamos cerca del lugar de la maldición podamos encontrarlo. Puede estar en cualquier lugar cerca de ahí.

—Y sí lo encontramos tendríamos que ir en busca del capitán y los demás.

—No sí yo voy en busca de ellos. En la próxima parada robare un barco y me llevaré algunos de tus hombres e iré en busca de ellos.

—No te llevaras a mis hombres. El viaje será peligroso como para que te los llevas así nada más.

—De acuerdo, de acuerdo. Entonces el trato está hecho. No lo eches a perder, capitán avaricia.

—Jericho. Buenas noticias.

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⏰ Última actualización: Aug 20, 2021 ⏰

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