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La taza corría lo más rápido que podía, a pesar de hundirse constantemente en la nieve. Sus pies pisaban la nieve suelta del bosque, deslizándose de vez en cuando y tropezando con raíces y piedras. Su corazón latía fuerte en su pecho, mientras intentaba respirar profundamente para recuperar el aliento. De vez en cuando lanzaba disparos hacia el demonio, pero este no era afectado en lo absoluto.

— ¿¡Qué no te cansas!?

No tardaron mucho antes de llegar al campo abierto en la que yacía Alan. El muchacho comenzaba a levantarse a duras penas.

— ¡Alan, estas vivo!

El chico terminó de sentarse, sobándose la cabeza.

— Sí, aún estoy vivo. ¿Qué fue lo que...? ¡Cuphead!

La taza miró hacia arriba y encontró a la bestia a punto de saltar sobre él. Cuphead aceleró el paso, y terminó saltando a los brazos del humano.

— ¡EH, NO LO TRAIGAS HACIA MÍ!

Ahora el demonio de tinta se preparaba para embestirlos. Sin fuerzas, Alan era incapaz de huir o de siquiera tratar de esquivar al monstruo, mientras que Cuphead estaba muy cansado.

De pronto, la criatura comienza a flotar en el aire. Cuphead y Alan lo observaban extrañados, mientras que el monstruo trataba de liberarse de la fuerza que lo mantenía suspendido.

Una voz sonó a las espaldas del grupo.

— Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? Parece que necesitan ayuda.

Los dos abrieron los ojos como platos, al encontrarse con lo que parecía ser un esqueleto humano de baja estatura, vestido con una sudadera con capucha de color azul, pantalones cortos negros con una línea blanca a los lados y unas pantuflas rosas. Mostraba una gran sonrisa mostrando los dientes, y su ojo izquierdo parpadeaba en azul y amarillo.

— Listo, terminé de volverme loco— Alan solo bufó y se dejó caer en la nieve, casi aplastando a la taza.

Sans elevó su mirada al demonio de tinta, que seguía retorciéndose en el aire. Su iris izquierdo brilló de color azul, y con un gesto de su mano arrojó a la entidad lo suficientemente lejos como para perderlo de vista en el horizonte.

— Ahora que sea problema de alguien más.

Mugman apareció por detrás del esqueleto, y al ver a su hermano a la nieve corrió para ayudarle.

— ¡Cup, Alan! ¿Están bien?

— ¿Bien? ¡Casi me mata un moco negro, para luego casi ser aplastado por Alan! Ah, por cierto, Alan está vivo.

— ¿Por qué siguen repitiendo eso como si fuera la gran cosa?

Sans se acercó tranquilamente al humano, quien seguía recostado en la nieve.

— Tal vez sea por el rastro de sangre que estas dejando.

El humano se incorporó y vio a su alrededor, notando las manchas rojas que manchaban la blanca nieve.

— ¿Eso es mío?

— Eso parece, humano... Oigan, ¿no tienen frío?

El grupo entero asintió con la cabeza.

— En ese caso, será mejor que me acompañen a un mejor lugar. Pronto vendrá una tormenta, no será buena idea que ustedes se queden afuera.


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CROSSOVER: Mundos de juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora