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— Oye, chico, cálmate— Cuphead mantenía las manos en el aire mientras se acercaba al humano—. Estas haciendo demasiado escándalo, ¿no crees?

Las tazas intentaban acercarse a un Alan espantado, acorralado en una esquina de su habitación, con un cuaderno como arma.

— ¡Aléjense de mí!

— ¿O qué? ¿Nos golpeas con esa cosa?

La taza azul propinó una patada a su hermano, el cual comenzó a quejarse.

— ¡Auch! ¡Oye, y eso por que!

— ¡Estamos intentando calmarlo, no desafiarlo!

Cuphead hizo un puchero. Alan, por su parte, era presa del asombro y el terror a partes iguales.

— ¿¡Que... son... ustedes!?

— ¿Acaso no es obvio? Somos un par de hermanos gemelos tazas que van por el mundo en busca de aventuras, enemigos y muchas fiestas...

Mugman le dio un golpe más fuerte en la cabeza a su hermano.

— ¿¡Cuál es tu problema!?

— ¡Deja de hablar estupideces!

Los hermanos comenzaron a discutir, ignorando por completo la presencia del humano. Alan se relajó poco a poco, mientras observaba perplejo la situación que ocurría frente a sus ojos.

— ¡En guardia!— Cuphead encendió uno de sus dedos y se preparó para dispararle a su hermano. Ante el peligro, Mugman se agachó lo más rápido que pudo, y el tiro de la taza roja fue a parar a una de las paredes del cuarto. La quemadura resultante era bastante notoria. En segundos, el terror que Alan sentía por las fantásticas criaturas fue reemplazado por el terror de que sus padres vieran el desastre en su habitación, y acto siguiente se enfureció con las tazas.

— ¿¡QUE CREEN QUE ESTÁN HACIENDO!?

Los dos hermanos se detuvieron ante el imprevisto grito de enfado del chico humano. Ahora ellos se mostraban sorprendidos por la actitud de Alan, y dieron un par de pasos hacia atrás.

— ¡Están dejando un desastre en mi...! ¡Ahh!

Alan comenzó a moverse violentamente alrededor del cuarto, con sus manos en su cabeza y sin saber que hacer. Estaba tan ofuscado con sus ideas, que ni siquiera se preocupó de no pisar a los hermanos, que tuvieron que esquivar repetidamente las piernas del muchacho.

— ¡Oye, ten cuidado!

— ¡Nos vas a aplastar a los dos!

Al percatarse de las quejas de las tazas, el chico se detuvo en medio del cuarto, y observo fijamente a los dos.

— ¡Esto es culpa de ustedes! ¡Ahora voy a meterme en problemas y no puedo hacer nada para evitarlo!

Haciendo un esfuerzo por no atorarse en su respiración desenfrenada, Alan contemplaba los daños en su pared. Contuvo la respiración por unos segundos y agachó lentamente la cabeza, antes de gritar con todas sus fuerzas.

— ¡No me importa lo que sean, una alucinación o sueño o lo que sea! ¡Ustedes dos se largan en este instante!

Sin que los hermanos pudieran reaccionar, Alan agarró las camisas de las tazas, y los echó por la ventana más cercana, para después cerrarla detrás de ellos.

— ¡Espera...!

Alan cerro las cortinas antes de la taza terminara de hablar. El chico escuchó un murmulló proveniente de afuera, y luego un silencio absoluto. Tras unos momentos, apartó las cortinas para ver al exterior. No había nada en su patio. El humano soltó un suspiro. Le sería fácil jurar que todo lo que vio era un sueño, de no ser porque la quemadura seguía en su pared. Preocupado, trató de buscar maneras de limpiar ese accidente.

CROSSOVER: Mundos de juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora