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En un mágico lugar llamado Inkwell Island vivían sin cuidado dos hermanos, los dos cuidados por una vigilante tetera llamada Anciano Kettle. Un día en el que los hermanos se alejaron demasiado de casa, y a pesar de las advertencias del Anciano Kettle, se acercaron al casino del Diablo. Al entrar, los dos hermanos comenzaron a tener una racha ganadora sin precedentes, lo que atrajo la atención del dueño del lugar. El Diablo les propuso un trato: si ellos ganaban, se quedaban con el casino; pero si perdían, sus almas serían del Diablo. Uno de los hermanos acepto con gusto, para el horror de su gemelo, y lanzó los dados antes de que pudiera ser detenido. Perdieron. El Diablo rió con fuerza, mientras que los hermanos suplicaban clemencia. El malévolo ser les dio una lista de sus deudores, y los envió a que trajeran las almas de las criaturas presentes en la lista. Aterrorizados, los hermanos corrieron hasta llegar donde el Anciano Kettle. Este los vio llenos de espanto, pues no querían convertirse en peones del Diablo. Les advirtió a los hermanos que los deudores no serían amables, y que se convertirían en monstruos, por lo que les dio una poción que les otorgaría unas habilidades mágicas. Los dos hermanos viajaron por todas las islas, reuniendo las almas que el Diablo les pidió, hasta que consiguieron todas y volvieron al casino. Después de vencer al sirviente del Diablo, encararon al villano, quien les propuso  trabajar junto a él. En el momento de la verdad, eligieron un mejor futuro, rechazando aliarse con el infame engendro, y lo enfrentaron con éxito, liberando a su isla del pesado yugo de todos esos años, e iniciando un tiempo de paz y alegría antes inimaginable.

Pasaron meses desde la derrota del Diablo. Mientras que los habitantes de la isla disfrutaban de un ambiente libre de emociones negativas, los dos héroes trataban de desenvolverse en un mundo que tal vez ya no los iba a necesitar. Para uno de ellos esas eran buenas noticias, pues significaba que todo el mal había sido erradicado y que podrían vivir en paz, pero para el otro...

— Vamos Cuphead, sabes que el abuelo nos esta esperando para la cena. ¿Qué haces arriba de ese árbol?

— ¡Shhh, baja la voz Mugman! Estoy vigilando los alrededores, no delates mi posición.

Trepando en el árbol más grande de todo Inkwell Island se encontraba la taza Cuphead, héroe de rojo y hermano gemelo mayor de Mugman, una taza azul, quién además era el otro héroe del archipiélago.

— Cup, a la altura que estas, si te caes, te harás trizas. 

— ¡Necesito una vista en lo alto! —la taza roja comenzó a escalar todavía más alto, tratando de llegar a la copa del árbol.

— ¿Cuphead? ¿Qué tienes que vigilar?

Cuphead no respondió la ultima pregunta, probablemente porque no escuchó nada en lo absoluto.

Una vez arriba, la taza dio un vistazo al horizonte. Desde ese gigantesco árbol, podía ver todo Inkwell Island. Los tres primeros islotes estaban en completa tranquilidad, como habían estado desde que el Diablo fue vencido. Cuphead miro esperanzado hacia la entrada de Inkwell Hell (antiguo hogar del Diablo), deseando encontrar un rastro de malicia que vencer. Pero sin un demonio como jefe, la entrada permanecía abandonada y tranquila entre las montañas. Esto decepcionó a la taza roja.

— ¡Cuphead! ¿Se puede saber que hacías arriba? ¡Te llevo esperando un largo tiempo!

La taza azul había comenzado a trepar también, en busca de su hermano.

— Vale, lo siento mucho, solo quería asegurarme.

— ¿Asegurarte de que?

Cuphead soltó un pequeño suspiro antes de responder.

—De que no hubiera ningún malhechor que nosotros debiéramos combatir.

— Pero Cup, desde que King Dice y el Diablo fueron vencidos, ya no puede haber el más mínimo rastro de maldad en Inkwell Island.

CROSSOVER: Mundos de juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora