Ⅲ -♱DEAD PEOPLE DO NOT TALK♱

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Nivel D 16-19

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Nivel D 16-19

Sky

Iba saliendo de la clase de biología, mi estómago aún quería sacar todo lo que había comido con la práctica que tocaba hoy, nos pusieron unas ranas para disecar.

Nunca había hecho eso, lo peor de todo era que parecían vivas, pero no creía que la maestra pudiera hacer tal atroz acto a simples animales.

No conozco a nadie en este lugar, no hablo con nadie, ni quiero hacerlo, todos me miran raro a pesar de que todos estamos en el Garden lupus por algún trastorno, trauma o acto atroz, esto en definitiva es una cárcel, no importa que sea un castillo, no quita que sea un encierro.

Aunque pongas al pájaro en jaula de oro estando muy cómodo, eso aún le deja sin libertad, lo priva de volar.

No tengo familia ni amigos, solo a mamá.

Entro a su despacho con cautela, y aún no logro acostumbrarme a pasar a saludarla.

—¿Puedo pasar, mamá? —pregunté tímida.

Ella dejó de lado sus anotaciones e instrumentos quirúrgicos, una linda mirada se acentuó sobre mí y sus brazos se abrieron en mi dirección, dándome esa señal, ese gesto cuando me acerqué y ese calor que hace tanto no tenía.

Amo abrazar a las personas, sentir sus latidos, su vida pasando a la mía, soy muy cariñosa, pero la timidez de vez en cuando no me permite emitirlo, a veces hasta piensan que soy grosera, no es así... solo que a veces no hablo mucho, la gente extraña me da cierta ansiedad.

—Me gusta dar abrazos —admití con los ojos cerrados.

—Y a mí me gusta que los des —se abajó a mi altura, plantándome así un beso en el cachete.

Se separó de mí y fue a su escritorio en busca de algo que escondió detrás de ella.

—Te tengo una sorpresa por ser valiente en tu primera terapia. Su extensa sonrisa me hacía sonreír a mi igual. ¡Tarán! —sacó una chupetina de miles de colores.

Me exalté de emoción y suspiré haciéndoseme agua la boca con solo imaginar mi paladar lamer aquel dulce de colores. Me gusta lo dulce, me hacen sentir en otro planeta.

Mi tío nunca me los compraba, solo me daba lo necesario y las sobras de basura y lo de la cantina o lo que yo pudiera conseguir en el bosque. Fui a tomarla, pero ella me la quitó del agarre, dejándola lejos de mi alcance.

—Primero debes decirme que viste en verdad en tu sueño, —estipuló mientras yo no dejaba de ver el dulce—. Sabes que no fue un jardín de rosas —me descubrió y eso me hace sentir nerviosa.

Ella me miraba esperando la verdad que me daba miedo confesar. Levantó una ceja al aire y sus ojos negros no dejaron los míos.

—¿Y bien?... —insistió esperando a que haga algún movimiento o que comience a hablar.

Cruel Perdición © HDM#1 [+21] RESUBIENDO versión 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora