Ⅴ -♱BAD DEEDS DESERVE BAD DEEDS♱

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Sky

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Sky

—Ve más despacio, Eden... —mis pies duelen mientras más avanza adentrándose en el oscuro bosque.

Hace frío, más de lo normal; aquí en Moscú han estado avisando la llegada de nieve, y la brisa helada me lo confirma congelándome cada centímetro de mi cuerpo.

No me habló mucho en el castillo cuando golpeó a Luca. Solo masculló tres veces en otro idioma que no reconocí, me dio indicaciones de que lo siguiera dentro del bosque y así lo hice. No fue fácil escaparse por la reja del Garden.

Ahora estamos en el segundo Aro. El Garden lupus tiene tres Aros a lo largo de hectáreas para que no nos escapemos. El primero es la reja del castillo; el segundo está mucho más adelante, la «rejilla»; y el tercero, la «sub-reja», no sé, nadie ha ido a él. Por eso digo que es una prisión, pero en forma de varios círculos.

—Eden... —lo llamé y ni me determinó—. ¿A dónde vamos? —indagué.

Arrastraba el cuerpo como si fuese una bolsa de basura, aunque no hay diferencia con la mierda que era este tipo. Solo de evocar que me hizo tocarlo me dan escalofríos en todo el cuerpo, y por inercia cierro los ojos del asco.

—Siempre en problemas —dice mientras sigue en la tarea de arrastrar el cuerpo—. ¿Qué hubiera pasado si no llego? —cuestiona.

Se detiene de golpe y casi choco con su espalda.

—Si yo no hubiera visto cómo te ibas a escondidas —vuelve a hablar en un tono suave y despreocupado—, me pareció extraño, ¿sabes? Tú no eres así.

—Lo mataste, Eden... —susurré alarmada.

¿Acaso no se ha dado cuenta? Luce tan calmado.

—Sí, ¿y? —inquiere mirándome.

—Creí que te pondrías nervioso —yo sí estoy nerviosa hasta el pescuezo—. P-por haberlo asesinado... es que te creí. —Juego con mi coleta.

—¡Oh, por favor! —Me interrumpe frunciendo el ceño—. ¿Un santo? Sky, por favor, estamos aquí por algo todos, ¿no? Nadie es normal en el Garden lupus.

Se apresura a esparcir unas hojas del suelo, dando a relucir una gran tapa de madera que no tarda en quitar. Me acerco y me da tanto miedo el abismo negro que hay allí abajo; es un pozo profundo que parece tener metros.

Atrae el cuerpo a la orilla y se sacude las manos con cierta delicadeza mientras me mira.

—Deberías hacerlo tú, puesto que te hizo daño. Se lo merece —se quita de mi lado y se pone detrás de mí, tomando mi hombro izquierdo—. Merece que lo eches como una mierda a aquel pozo. Te hizo daño, osita —besa mi mejilla y ese tacto me hizo agua la boca—. ¿No crees que sería mejor que tú lo empujes?

—Sí... —musito por lo bajo mirando el cuerpo del enfermero—. Tienes razón. —Asentí lentamente, anonadada.

Pongo mi pie sobre este y frunzo el ceño cuando se remueve quejándose. «Está vivo», dudo unos minutos en los que él recobra un poco la conciencia, me mira a mí y a Eden.

Cruel Perdición © HDM#1 [+21] RESUBIENDO versión 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora