Capítulo 3: Kathy - 2 de abril de 2019

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Kathy despertó de su pesadilla con el corazón a punto de salir de su pecho. Sabía que no había soñado; era demasiado real como para que su cabeza lo hubiera creado. Se levantó y vio que el sofá estaba intacto, como si nadie se hubiera sentado en él, a pesar de que Kathy había dormido toda la noche en él, y, sorprendentemente, no tenía ninguna marca de sudor. Todo era demasiado extraño. ¿Por qué ella estaba entera empapada en sudor y ni el sofá ni su ropa estaban mojados? Sólo tenía una explicación: su sueño había sido real. No había dormido realmente en su casa, y tampoco había estado vestida con su ropa. Tenía que contarlo, decírselo a alguien.

Salió rápidamente de casa sorteando todos los baches que había en el suelo de su salón y corrió en dirección a la comisaría más cercana. Nada más llegar un agente se acercó a ella y le preguntó qué sucedía. Kathy le contó lo ocurrido y el policía no hacía más que reír.

—Señora, tenemos que esposarla —le dijo mientras agarraba sus muñecas por detrás.

Kathy no entendía qué estaba sucediendo. —¿Por qué? —gritó y forcejeó—. Yo no he hecho nada. ¡Soy inocente!

Estuvo esperando durante una hora y media hasta que una agente le dijo que habían venido a buscarla. —Yo no espero a nadie —dijo—. Sólo quiero que me dejen irme.

La agente la acompañó hasta la carretera y allí la empujó dentro del asiento trasero del coche.

—¡Ayuda! ¡Me están secuestrando!

Kathy intentó abrir las puertas, pero era imposible. Además, se percató de que había una pantalla negra entre los asientos delanteros y los traseros para que no pudiera ver al conductor.

—Suéltame, por favor -le suplicó a quienfuera que estuviera conduciendo.

—Tranquilízate, Kathy —dijo una voz, una voz que ella conocía y que hacía mucho que no escuchaba.

—¿Alex? ¿Eres tú? —dijo, llorando de la emoción—. Hijo, te he echado de menos.

El hombre grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora