Prólogo

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Cuentan las leyendas olvidadas, que milenios atrás, cuando la humanidad apenas jugaba con piedras, nació el hijo del dios de la muerte.

El mal.

Y así ocurrió:

Tomó una piedra e hizo granizo para
matar al hombre más desgraciado y
arrebatarle sus labios.

Mató a una hija y construyó un río
para llevarse las lágrimas de su madre.

Tiró un rayo a la cabeza del primer
inventor y se apropió de su memoria.

.

.

Y cuando encontró a la mujer más hermosa que había construido la propia creación, la enamoró y puso todo aquél odio y tristeza que había tomado en su interior,dejándola preñada del mal.

Cuando la criatura nació,la arrebató de los brazos de su madre y creó un reino debajo de este mundo para encerrarlo y hacerlo rey y gobernante de este.


Lo llamó purgatorio.

Pero ese lugar tenía un problema: era tan hermoso que todos los humanos deseaban morir para llegar allí.

Entonces empezaron las guerras. Todos querían ser los únicos en morir para no tener que compartir tal paraíso.

Lo que no sabían era que los esperaba el hijo del dios de la muerte sentado sobre un trono de espinas.

Dispuesto a hacerlos presos de la brutalidad de su mandato inmortal.

.

.

.


La presencia oscura del gobernador se hizo tan grande que se filtró entre las tierras del codiciado lugar, inundandolas de un líquido rojo que los humanos empezaban a llamar sangre.
La crueldad de sus actos llenó el cielo de veneno y provocó que los humanos se asfixiasen lenta y dolorosamente sin llegar a poder morir.
Y sus ojos fríos hicieron que el clima rotara: la primavera por el crudo invierno.

Cuando el diós de la muerte visitó a su hijo y contempló como había destrozado el edén que había creado para él, pensó que lo había hecho porque se sentía solo

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Cuando el diós de la muerte visitó a su hijo y contempló como había destrozado el edén que había creado para él, pensó que lo había hecho porque se sentía solo.

Así pues, creó otro hijo a imagen y semejanza de su primer vástago, con una diferencia: le puso un corazón y dentro de este, colocó la sangre helada que recorría las frías tierras del purgatorio. La venganza fue engendrada

Sin embargo cometió un grave error.

Al darse cuenta de que ninguno de sus hijos tenía nombre, les otorgó el misma ambos:

K.

.

.

.

Los hermanos eran muy distintos entre sí; uno era frío, distante y cruel y el otro era temperamental, pero cálido y amistoso.

Al principio convivieron en armonía, el pequeño alejó al mayor de la crueldad en el purgatorio, y le ofreció conocer la calidez de un corazón amable, en este caso, el suyo mismo.

Le enseñó que era el amor, le descubrió los abrazos y los juegos y eso los convirtió en unos humanos muy unidos. Tanto que nunca se separaban.

Por desgracia todo cambió cuando el más joven tomó la problemática decisión de abandonar el purgatorio para explorar el mundo que tenían encima, el mundo de los vivos.

El menor se enamoró, y a partir de ese momento se alejó lentamente de su hermano, dando toda su atención a una simple mundana.

La rabia superó a la cordura y, visto a ver a su hermano arrebatado de sus brazos el mayor condenó a los vivos a un gran diluvio haciéndolos morir a todos.

Cuando Venganza se vió con su amada sin vida, empapada sobre sus brazos temblorosos, sintió el odio apoderarse de él y condenó a su mayor una prisión perpetua en un lugar donde a pesar de querer matar no pudiese mover ni un músculo.

Después de eso, la venganza gobernó el purgatorio.

Después de eso, la venganza gobernó el purgatorio

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AJEDREZ SANGRIENTO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora