Capítulo 8

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Contado por ABRAM…
A veces me sorprendo de lo rápido que pasa el tiempo. Me parece que fue ayer que partimos de Ur de los Caldeos y llegamos a Harán. Han pasado tantas cosas desde entonces que me sorprendo.
Ana y Lot ya son padres de dos niñas: Tirsa y Leila.
Elam y Ada también tienen un hijo: Eliezer. Tiene diez años ya y es el orgullo de todos nosotros. Es increíble lo rápido que aprende, pues me he empeñado en enseñarle a leer y escribir. Es muy talentoso y es el hijo que la vida nos ha dado.
Nacor y Milca se han mudado a Harán y han acrecentado mucho sus riquezas, tanto que Harán es conocida actualmente como la ciudad de Nacor. Tienen tres hijos: Uz, Buz y Kemuel.
Mi padre murió hace unos tres años y fue un golpe muy duro para la familia. Por lo demás todo sigue igual. Sigo amando a mi esposa con toda mi alma y me esfuerzo cada día por hacerla feliz.
Mientras camino por las calles de Harán observo a alguien que se acerca a mí. Es extraño. Ese rostro me parece conocido. ¡No lo puedo creer! ¿Acaso mi mente me está jugando una mala pasada?
-¿Abner?-pregunto dudoso cuando está frente a mí.
-Abram, veo que me recuerdas muy bien-me dice mientras estrecha mi mano.
-Es que no puedo creer que te encuentre después de tantos años.
-Es verdad, ha pasado mucho tiempo. ¿Cómo te ha ido?-me pregunta.
-Estoy muy bien. Mis negocios han crecido mucho y mi familia también. No puede irme mejor-le respondo.
-Yo sí creo que te puede ir mejor-me dice y eso capta mi atención.
-¿Ah sí?-pregunto divertido.
-Sí. Conozco a alguien que ha hecho de mi vida algo mejor. Estoy seguro que si le conoces tu vida cambiará completamente.
-¿Te refieres a tu Dios?-pregunto curioso.
-Claro que sí.
-Durante toda mi vida he estado rodeado de dioses pero ninguno me hace tan feliz como tú dices.
-Es que aún no has conocido al Dios verdadero-me dice poniendo su mano en mi hombro.
-¿Y cómo lo puedo conocer?
-Él vendrá a ti cuando menos lo esperes.
•••
Mi conversación con Abner me ha dejado perplejo. ¿Un Dios que vendrá a mí? No me lo creo. Ese Abner está loco. Debe ser la edad.
He decidido caminar un poco por ahí para aclarar mi mente. Me siento bajo un roble y me quedo mirando al horizonte. Me sorprendo cuando una brisa fresca comienza a soplar y a mecer las hojas del árbol con suavidad. Este momento me parece perfecto.
-Abram…-escucho una voz potente que me habla. Comienzo a mirar a mi alrededor y no veo a nadie.
-Abram…-escucho nuevamente.
-¿Qui-quien anda ahí?-mi voz tartamudea.
-Abram, soy Dios, el Señor de todo lo que existe. Creador de todo lo que hay-me responde esa voz desconocida.
-¿Señor?-
-Deja tu pueblo y tus familiares y vete al lugar que te voy a mostrar. Con tus descendientes formaré una gran nación. Voy a bendecirte y hacerte famoso, y serás de bendición para otros.
No puedo creer lo que escucho. Estoy escuchando a Dios hablarme y me está diciendo cosas increíbles y maravillosas.
-Pero… no lo puedo creer-digo sin creerlo aun.
-Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan. ¡Gracias a ti bendeciré a todas las naciones del mundo!
Vuelvo a sentir esa brisa que sentí hace un rato y me doy cuenta que no he estado soñando. Me tiro de rodillas y apoyo mi frente en el suelo y digo en voz alta
-Estoy dispuesto a hacer todo lo que me has dicho.

Un pacto eterno. La historia de Abraham y Sara contada desde otra perspectiva.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora