Capítulo 9

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Contado por Sarai…
Amo la tranquilidad de mi casa. De hecho eso es una de las cosas que más disfruto de ella. Pero en estos momentos esa tranquilidad se ha esfumado y se ha ido muy lejos. Mi hogar está lleno de personas de la familia pues han venido a celebrar con nosotros la fiesta de la cosecha. Imagínense todos los niños corriendo por ahí y la impaciencia de los siervos al no poderlos parar. Es divertido tener tantas risas en casa, y la música también está preciosa. Sólo me preocupa Abram. Salió temprano para caminar un poco y aún no regresa. Es una costumbre que tiene: sale a caminar cuando está estresado o cuando algo le preocupa y últimamente ha estado muy callado.
-¡Tirsa, no corras muchachita!-escucho decir a Ana.
-¡Es que Buz me está molestando!-se justifica como si nada.
-¡Buz! ¡Deja en paz a tu prima!-le regaña Milca, su madre.
-Está bien mamá-dice el niño con fastidio y se sienta tranquilamente.
Sonrío porque amo a los niños. Porque aunque la vida no me haya dado hijos disfruto de las travesuras de mis sobrinos, aunque no pierdo la esperanza de algún día tener un bebé.
Miro hacia la entrada de la casa y veo a Abram corriendo desesperadamente. ¡Oh no! ¿Qué habrá pasado?
Me dirijo apresuradamente a la puerta pero veo que Abram está saltando y tiene una sonrisa radiante en el rostro. Se dirige a mí y toma mi mano.
-Te amo, Sarai-me dice confundiéndome aún más.
-Abram, ¿qué está pasando?-le pregunto entre preocupada y molesta. Todos los que estaban en la sala han salido a ver lo que pasa.
-No pasa nada, amor. Sólo estoy feliz-me dice-y necesito hablar contigo a solas un momento.
-¡Qué alivio! Ahora estoy menos preocupada-le dije sarcásticamente pero tomó mi mano y me llevó a nuestra habitación.
-Sigan felices-grita para que todos los presentes le oigan-¡La fiesta acaba de comenzar!
Se escucha nuevamente la melodía de los instrumentos mientras mi esposo testarudo y yo vamos a nuestra recámara.
-¿Era necesario sacarme así de la fiesta?-pregunto al llegar.
-Es que no puedo esperar para contarte lo que me ha pasado-me dice.
-Está bien, cuéntame-le digo
-Ven siéntate- nos sentamos y me pica la curiosidad.
-¿Crees en algún dios?- eso no me lo esperaba. ¿A qué viene eso?
-Abram, sabes que he orado mucho para que tengamos un hijo y no funciona. ¿Cómo quieres que crea en algo que no me da señales de vida?-le pregunto frustrada.
-¿Y si te digo que Dios ha hablado conmigo?-me sorprendo
-¿Qué Dios, Abram? Tenemos muchos-pregunto sorprendida.
-El único, el verdadero, el que creó todo lo que vemos y del que mi madre me hablaba todo el tiempo.
-No lo puedo creer-digo con asombro.
-Abner me dijo que ese Dios puede hacer nuestra vida más hermosa y placentera y yo lo tildé de loco.
-¿Abner?-Abram me había hablado poco de él pero sabía que lo apreciaba mucho- Pero, ¿qué te dijo ese Dios?
-Cosas maravillosas. Quiere que nos marchemos de Harán.
-¿Pero acaso te has vuelto loco? ¿Cómo puede ser eso maravilloso?-pregunto notablemente alterada.
-Antes de decirme que estoy loco escucha lo que tengo que decir.
-Está bien-digo resignada.
-¿Sabes por qué quiere que nos vayamos de aquí?-
-No podría saber-
-Me va a mostrar un lugar maravilloso para asentarnos y hará que nuestra descendencia se convierta en una gran nación.-
Estas últimas palabras me dejaron con la boca abierta.
-¿Descendencia? ¿Acaso dijiste descendencia?-pregunto aún incrédula.
-Sí, amor. Dios me prometió que tendríamos una gran descendencia. Y yo le creo-me dice bajando la voz- Espero que tú también le creas.
-¿En serio ese Dios maravilloso habló contigo?-le pregunto en voz baja.
-Nunca te he dicho algo más cierto.
-Entonces haremos lo que Él quiere.
Le abrazo porque a partir de ahora hemos entregado nuestra vida en manos de ese Dios inigualable que habla con la gente. Y sé que esta decisión es la mejor que he tomado en mi vida.

Un pacto eterno. La historia de Abraham y Sara contada desde otra perspectiva.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora