Capitulo 23: Elysion

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Pov. Rini

No recordaba la ultima vez que viaje a Elysion, mi padre, el rey Endimión me había prohibido ir después de descubrir que el guardián de este reino sentía algo por mí, no veía bien que su hija estuviese con él. Recuerdo que mi madre y el discutieron mucho ese día, mamá acabo llorando en brazos de Rei, decía que nunca debió seguir adelante con la farsa, que deseaba decir la verdad y ser libre, en ese momento no entendí que sucedía, fue hasta ese momento, cuando Helios se apareció en mis sueños que me mostro algo en secreto, un sueño de mi madre. Ella se veía tan enamorada de un hombre que no era Endimión, él era distinto, fuerte, alegre y con ese deseo de protección y amor hacia ella que nunca vi en quien pensaba era mi papa. Es cierto que desarrollé un sentimiento enfermizo de amor por él, no podía evitarlo y eso al final fue algo que jugo en mi contra, una de las razones por las que caí en manos del poder oscuro de Diamante. Ahora que recordaba esos momentos con ellos, no puedo evitar sentir que él, aunque se sintiera herido o traicionado, nunca buscaba formas de hacer sentir mal a mi madre, aun así, no evitaba hacerle uno que otro desplante o era cruel con sus palabras, no tuve que ser una adivina para darme cuenta del porqué. Mi padre era Seiya Kou, quien fuese en un tiempo una guerrera de Kinmoku hasta que un momento el destino no se si lo bendijo o maldijo al permitirle ser el envase de Caos, el rey Caos.

Tuvimos paz, mis padres, aunque deseaban separarse no podían hacerlo, Tokio de Cristal, la utopía dependía de su matrimonio, mis padres se veían a escondidas hasta que Endimión decidió que era momento de ser libre, me sentía feliz, ese día en especial regrese de clases y mi madre me esperaba con buenas noticias, tendría un hermano o hermana, pero... todo cayo en un instante, al igual que una torre de naipes al ser golpeada por la brisa, de esa misma forma todo se vino abajo y mi vida de colores se volvió gris.

Mire al cielo al sentir los primeros rayos del sol sobre mí, Elysion seguía igual que antes, lleno de hermosos prados verdes, arboles de frutas y rosas blancas que adornaban los alrededores al santuario. Mire mi reflejo en el lago, mis ojeras eran grandes, la tristeza en mis ojos no podía disimularla, no tenia que esconder lo que en verdad sentía.

– ¿Pequeña dama? – Sonreí al oír la voz de mi viejo amigo. No pude evitar sonrojarme, era la primera vez que lo veía sin camisa y mas con su cuerpo húmedo, ver su cabello húmedo dejando caer pequeñas gotas sobre sus hombros fue una imagen que me hizo imaginar a un dios. Desvié la mirada avergonzada. – Lo siento, meditaba en la cascada.

– Es mi culpa, no pensé que estarías ocupado. – Mordí mi labio nerviosa, su figura se proyectaba en el agua. – Helios, tu eres el nuevo protector de la tierra, eres el príncipe de la tierra, ¿Cierto?

– Así es, el destino del príncipe se cumplió sin intervención. – Sentí sus pasos, se acercaba a mí, aun así, no voltee a verlo. – El príncipe debió morir el día que enfrentaron a Neherenia, pero una vez más se salvó.

– ¿Una vez más? – No pude evitar sentir curiosidad por su respuesta.

– El deseo de la princesa de seguir a su lado por una vida pasada, un futuro que había conocido siempre lo trajo de las garras del hades, ahora su destino se cumplió y descansa tranquilamente esperando una nueva oportunidad. – Sonreí al darme cuenta que al menos donde estuviese estaba tranquilo sin estar atado a un destino marcado. – Pero dime, ¿Qué deseas?

– Quiero que uses el cristal dorado y todo el poder de Elysion, quiero que pongas a dormir cada habitante de la tierra bajo la protección del cristal de oro, no queremos que Diamante destruya vidas humanas inocentes. – Mire sus dudas, pero su expresión se suavizó con una ligera sonrisa que me hizo sentir tranquila, estaba segura que Helios nos ayudaría. – Por favor, eres el único que puede hacerlo aparte de Serena, pero ahora ella entrena con ese chico.

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