Capitulo 22: Decisión

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Centro de Control – 4:30 p.m.

Después de haber hablado sobre las cosas que sucedían, Setsuna sugirió que debían ir a un lugar seguro era esa razón por la que estaban reunidos en el centro de control, Amy con ayuda de Artemis y Luna monitoreaban la ciudad, Serena miraba las imágenes devastadoras de rayos oscuros cayendo encima de casas, edificios y las calles, los habitantes corrían en busca de refugios, la policía y bomberos trataban de mantener todo bajo control pero hasta ellos mismos tenían miedo de lo que sucedía, aunque tenían la esperanza de que Sailor Moon y sus amigas les salvaran. Mina, quien al principio parecía fuera de si al ver como esas bestias sacadas de algún cuento de terror convertían en piedra a quienes no sabían darles respuestas del paradero de las Sailor Scouts era controlada por Yaten, la rubia quería ir y defender a los inocentes, pero no podía hacerlo, hacer un movimiento sin pensar pondría en peligro su vida y rebelaría su ubicación, las hermanas del antiguo clan Blackmoon no podían creer que en parte el caos que se daba en el pasado fuese debido a su deseo de ser chicas normales y no estar atadas al futuro, debieron haber pensando en las consecuencias de quedarse atrás cuando su origen estaba en el siglo XXX. Aunque no deseaban volver a su antiguo hogar por miedo a las represarías que pudiesen tomar en su contra, las palabras del guardián les habían tranquilizado. Petzite entre el resto de sus hermanas era la más calculadora, conocía perfectamente la inquietud en sus hermanas, cada una de ellas tenia una vida, Kalaberite tenía una relación de tres meses con un tenista en ascenso, Berjerite iniciaba una gran oportunidad con una marca de cosméticos al ser una de sus modelos principales, por ultimo Karmesite, ella siempre había tenido el deseo de tener una hermosa familia y su deseo comenzó hacerse realidad, se había caso hace apenas un año, ella y su esposo planeaban la llegada de su primer bebe, ahora de la nada debían renunciar a su vida por un pequeño error, ella...al final estaba ella, ¿Qué perdía? Bienes materiales, su propia felicidad, amaba su trabajo como estilista, había trabajado para grandes artistas y era reconocida, las cuatro eran felices como nunca antes lo habían sido. Ahora debían pensar en el bienestar de toda la humanidad antes que el suyo propio, en ese momento se preguntaba; ¿Cómo lo hacían las sailor en cada batalla?

Arger podía notar en la mirada de la mayor de las cuatro hermanas, se daba cuenta de sus dudas y miedos, después de haber oído todo lo que perderían no pudo culparlas por no dar una respuesta afirmativa, aun así... ¿Qué podía hacer él? Nada, su misión había sido ir cerrar la brecha llevándolas al lugar al que pertenecían, las leyes del tiempo creadas por Chronos eran claras, no podías sacar algo de ella sin causar un desequilibrio, creabas una brecha que no podía ser llenada a menos que regresaras el objeto extraído, en este caso el individuo que salió de ella a su lugar original.

– Se que esto es difícil. – Rini irrumpió el silencio incomodó que se había creado desde el momento que entraron a la sala. – Soy del futuro, una vez que esto se arregle volveré a un mundo en Caos, debo levantarlo y no pienso permitir que se abra la puerta del tiempo una vez más, pero no puedo hacerlo sola...

– Conejo... - Karmesite trato de acercarse, pero no pudo hacerlo, el pensar que su bebé viviera un destino como el de la pequeña dama sin ella o sus tías le rompió el corazón. – Yo...iré con usted pequeña dama.

– ¡Karmesite! – Miro a su hermana Kalaberite, dándole una suave sonrisa que indicaba su decisión había sido tomada. – ¿Qué pasara con tu esposo?

– ¿Su esposo no puede acompañarnos? – La pregunta de Rini fue dirigida ambos protectores del tiempo, tanto Plut como Arger negaron, no podían permitir que el ciclo continuara. – Pero...no es justo.

– La vida no es justo pequeña dama. – Michiru acaricio el cabello de la menor, al ver su mirada triste pudo entender que no solo ella sentía tristeza por las cosas que ocurrían, todos lo estaban.

– Si él y yo... - Karmesite llevo sus manos a la altura de su vientre. – Si somos un amor real, como el de la princesa Serentiy y este joven, quizás nos veamos una vez más, todo es posible, ¿cierto?

– Si, - Serena unió sus manos con las de Seiya. – Se que volverán a verse en el futuro.

– Volveremos con una condición. – Petzite llamó la atención de todos, era en ese momento que su destino y el de sus hermanas se decidiría. – Iremos con la pequeña dama, protegeremos a la princesa de la luna, pero queremos algo a cambio.

El guardián del tiempo sonrió divertido, sabia que deseaban, ellas no querían ser inútiles, por una vez deseaban devolver el favor a la persona que creyó en ella y les regalo una vida distinta aun cuando al principio trataron de destruir todo lo que protegía

– Esta bien, cumpliré su petición, volverán a tener sus poderes, pero servirán a la familia de la luna plateada. – Las cuatro asintieron, de entre sus ropas Arger saco un pequeño cristal plateado, Serena no podía creer que el mantuviera consigo el cristal de plata. – Aunque no lo crean esto es una copia de un solo uso, no pregunten como lo hice.

El pequeño cristal brillo ante el deseo de su portador desapareciendo, al mismo tiempo que su energía desaparecía en la frente de las cuatro hermanas aparecía un media luna gris, nadie podía creer que algo así pudiese lograrse, lo único que pudieron pensar era en el hecho que el cristal de plata de ese tiempo era mas poderoso. Serena miro su broche, necesitaba dominar su nuevo poder para así detener a los enviados de Diamante y al mismo príncipe.

– Pequeña dama, - Uranus llamo su atención, Rini la miro expectante. – necesito que llames al pegaso, debe usar el poder del cristal dorado y poner a dormir a los habitantes de la ciudad y protegerlos, no podemos perder mas vidas.

– ¿Pueden hacer eso? – Yaten no podía creer que algo así fuese posible, pero el asentimiento de la princesa del futuro respondió su duda. Rini se alzo de su asiento invocando su cristal rosa, cerro sus ojos comenzando a concentrarse, estaba segura que ni su padre o su madre la dejarían luchar, además que las cuatro hermanas la vigilarían lo suficiente para mantenerla a salvo, ella era la única esperanza del siglo XXX y Tokio de Cristal, aunque apenas tenía 15 años haría lo mejor para traer la paz.

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Muchas gracias a todos por sus comentarios, ya con este capitulo comienzo a marcar la recta final de la historia.

Nos leemos en el siguiente capítulo.

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