Derechos de personajes reservados a Suzanne Collins.
Jules me condujo al carruaje del distrito 2. Ella tenía razón. Chairt podría parecer un ángel caído del cielo, pero seguro era una máscara para la cámara.
"Hombros atrás y sonríe siempre"-dijo Jules mientras me acomodaba mi vestuario.
"¿Enserio? ¿Es lo mejor que tenían?"-dijo Chairt arqueando una ceja.
"Distrito 4. Pescado"-dije sonriendo, demostrandole que no me afectaba lo que pensara.
"Escucha Pescado, ni se te ocurra tocarme, y no invadas mi espacio personal"-dijo.
"Sales en un minuto Finnick. Estás resplandeciente"-dijo Jules y se fue.
"No tenía planeado nada que ver contigo"-le sonreí nuevamente.
Iba a responderme, seguramente un insulto, cuando se abrieron unas puertas de unos veinte metros de altura. Al ser el carruaje dos, éramos los segundos en salir.
"Más te vale hacer esto bien Pescado"-dijo Chairt. Esta chica se empezaba a comportar de forma odiosa.
En cuestión de segundos comenzamos a avanzar, había columnas bastante antiguas, y una melodía de cañones. El público estalló en gemidos, gritos y exclamaciones. El lugar se llenó de lágrimas, aplausos y sonrisas. Eso me recordó la frase de Jules "Sonríe siempre". Enderece mi espalda y comencé a lanzar besos al aire. Las personas chillaban ante este acto. Lancé mi corona de caracol al público, creo que fue mala idea, porque quince personas se estaban peleando por ella. Observé el rostro del presidente Snow a medida que nos aproximabamos al lugar de iniciación. Reflejaba una sonrisa, sostenía una copa de vino, cuando se percató de mi mirada la alzó en son de brindis y bebió. ¿Brindó por mí?
"Bienvenidos ¡Felices Sextuagesimo quintos Juegos del hambre! Es un honor oficializar la iniciación de los tributos. ¡Que las probabilidades estén siempre a su favor"-dijo Snow con una sonrisa fingida más notoria que la mía.
El trayecto a la vuelta se me hizo eterno, podía sentir las filosas uñas de Chairt aferradas al carruaje. Quizá simplemente actuaba así por el hecho de que estaba nerviosa.
"Finnicky, estuviste tan increíble que el presidente Snow solicitó llamarte personalmente para hablar con él"-Jules no podía contener su entusiasmo.
"Pescado ten cuidado"-dijo misteriosamente Chairt bajando del carruaje.
"¿Qué quieres decir"-pregunté.
"Ten cuidado de no convertirte en la mascota de Snow"-dijo y se fue.
Eso me dejó pensando. Tal vez Chairt tenía razón. En mi mente recordaba el momento en el que alzaba la copa con la mirada fija en mí.
"Ignorala. Es sólo envidia"-dijo Zolda conduciendome hacia el ascensor.
"¿Cuál es el piso del presidente Snow?"-dije inocentemente.
"Querido. El presidente Snow no tiene un piso. Tiene todo el lugar. Él te esperará en tu habitación"-dijeron Jules, Trovis y Zolda al unísono entre carcajadas.
Comencé a reírme para no sentirme fuera de lugar, aunque así fuese. Subí el ascensor hasta el piso cuatro.
¿Cómo puede vivir la gente del Capitolio con semejantes riquezas sabiendo que en los diatritos morimos de hambre y enfermedades? Mi piso era el menos lujoso, a mí me daba igual. Había una extensa mesa, y una sala con cuatro sillones verdes, dos blancos y uno negro.
¿Qué querrá el presidente Snow? Fui hasta mi habitación y la encontré vacía.
"Finnick Odair"-dijo una voz a mis espaldas. Por un instante me sobresalte.
"Presidente Snow"-respondí haciendo una reverencia con cortesía.
"Dejemos las formalidades de lado"-dijo dirigiendose a la sala y tomando asiento en el sillón blanco.
"Me dijeron que solicitó verme"-dije tímidamente. Me sentía honrado pero a la vez inferior.
"Así es. Finnick, me agradas. Creo que tienes algo. Juventud. Esa es la palabra. Las personas enolequecen con tu presencia"-dijo sirviéndose vino.
"¿A qué viene esto?"-pregunté. No quería ser descortés. Pero estaba desconcertado.
"Te observé allí en la iniciación, la gente te admira. Necesitamos eso en el Capitolio. Dejaré que te abstentas de los Juegos del hambre si me ayudas con esa cuestión"-tenía una sonrisa maliciosa formada en sus labios.
"Me siento honrado de su presencia pero no me venderé"-dije firmemente.
"Es una pena. En ese caso, espero que te vaya bien. Tienes mi bendición"-bebió un sorbo de la copa y se fue.
¿Acaso acababa de ser bendecido por el mismísimo presidente Snow?
El resto del día me lo pasé en el baño con el equipo de preparación que estaba quitando mi maquillaje y vestuario.
Ya en la cena éramos Mags, quien no veía hace un largo rato, Beth, Jules y Zolda. Trovis tenía reunión de estilistas.
Casi no comí, no tenía hambre. En mi mente daba vueltas lo que el presidente Snow me había dicho hacía unas horas.
"Asi que, mañana es el primer día de entrenamiento. Mags los ayudará"-dijo Jules ingiriendo una salsa agridulce mezclada con Gabberhag.
"Si. Claro"-dije en voz alta.
Todos se detuvieron y me miraron, no era normal que conteste así.
"Finnick, tienes mucho que aprender sobre Mags. Considerala como una madre"-dijo Jules.
"Mañana veremos qué eres capaz de hacer Finnicky"-dijo Zolda.
"Finnick sabe pescar, varias veces lo he visto hacerlo con una lanza y no falla uno sólo"-dijo Beth.
¿Por qué estaba exponiendo mis habilidades frente a todos? ¿Acaso sentía siempre la necesidad de hablar cuando no le correspondía?
"Beth es rápida y sigilosa varias veces robó pescado y nunca la atraparon"-dije sonriendo.
Si yo caía, ella iba conmigo.
"Finnick, robe esos pescados para Sufall, Grais, Jelcky y tú"-de pronto sólo eramos Beth y yo en la mesa y nadie más.
"Como sea"-dije levantándome. Detestaba cuando mi hermana se hacía la víctima. Si, ella era la persona más generosa, sabia e inteligente que jamás haya conocido, pero era mi hermana y a veces nos peleabamos.
Las pesadillas cada vez se hacían más vívidas. Esa noche soñé que estaba en la iniciación de los tributos y cuando el presidente Snow aparecía yo estaba a su lado sentado, en el piso, como si fuera una mascota.
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Holaaa!! Lose no actualizo hace un monton. Pero tengo mil ideas en la cabeza de varias cuestiones. Extrañaba a Mags!!!♡♡ ojala les este gustando mucho. Au revoir :* xoxo
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Finnie
FanfictionPasado jamás contado entre Finnick Odair y Annie Cresta. Derechos de personajes reservados a Suzanne Collins.