Capitulo Siete

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El Gato De La Guardiana

Capitulo siete

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Ni siquiera recordaba cómo había salido de la casa de Marinette y llegado a la mansión. Lo único que tenía en la cabeza, desde el momento en que abrió los ojos, era que no quería ir a la escuela.

No sabía cómo iba a enfrentar a sus amigos o cómo iba a verle la cara a Marinette siendo Adrien, después de todo lo que había escuchado la noche anterior.

Un akumatizado capaz de destruir el mundo entero, un ser lunático, demente... ¿Qué era lo que lo había conducido a eso?

Giró en su cama, apretando los ojos para tratar de volver a dormir, cuando Nathalie llamó a la puerta. Tomó su almohada y se cubrió la cabeza con ella, pues no quería saber de nadie. Solo deseaba un momento para sí mismo y para los múltiples escenarios que se armaban en su cabeza.

—¡Adrien! —escuchó la voz dentro de su habitación, por lo que, tras resoplar con algo de fastidio, sacó la almohada de su rostro para ver a Nathalie. Al notar la preocupación en los ojos celestes de quien había sido su institutriz, cambió el semblante de su rostro, rápidamente.

—Lo siento —se disculpó, sentándose en la cama en cuanto la mujer se acercó a él.

—¿Te sientes mal? —le preguntó, colocando su mano en la frente del muchacho.

—Solo estoy cansado —cerró los ojos ante el tacto— ¿Hay algún problema si falto al colegio?

Aquella pregunta la sorprendió, pues Adrien solía sufrir cuando no podía ir a clases...Ahora, ¿quería faltar?

—Sabes que si faltas al colegio, tendrás que adelantar tu agenda —le recordó, esperando que eso lo haga desistir de querer quedarse en cama.

—Lo sé... —afirmó con un gesto de su cabeza—, pero no he estado durmiendo bien y no creo poder concentrarme en clases, así que prefiero hacer otras cosas... Por cierto, si adelanto mi agenda. ¿Mañana podría tener el día libre? Necesito salir a despejarme, tal vez ir a la casa de Nino o de Marinette.

Nathalie lo miró antes de pararse correctamente, sin poder ocultar el dolor que aquel acto le generó. Le preocupaba el hecho de que si Adrien se quedaba en casa, notara su problema de salud y no quería causarle ese dolor.

—Hablaré con tu padre —le contestó, a lo que Adrien respondió con una sonrisa.

...

Nathalie salió de la habitación de Adrien y tomó los bastones codera que tenía al lado de la puerta, ayudándose con ambos para bajar las escaleras hasta el despacho de Gabriel. En cuanto abrió la puerta de la oficina, el diseñador se apresuró a acercarse a ella para ayudarla a tomar asiento.

—¿Y Adrien? —le preguntó.

—No quiere ir a la escuela —le respondió, dejando ambos bastones a un lado.

—¿No quiere? —Gabriel colocó sus manos en la espalda, observando uno de los cuadros de su hijo que colgaba de la pared— ¿Le dijiste que si no va, tiene que adelantar su agenda?

—Dijo que no le importaba si mañana le dábamos el día libre para visitar a sus amigos.

Gabriel pareció meditarlo un poco. Antes le molestaba la idea de que Adrien estuviera fuera de las protecciones de la mansión, pero ahora que la condición de Nathalie estaba empeorando, no tenía las fuerzas suficientes para enfrentarlo si empezaba a hacer preguntas.

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